Abril rojo de sangre y agua

Abril rojo de sangre y agua

Una vez más el mes de abril arrastró su legado trágico de acontecimientos conmovedores de la sociedad dominicana. Una vez hace 52 años fue la sangre de una explosión cívica de una población hastiada de la corrupción y de la ilegalidad constitucional. Ahora fue la naturaleza que se dislocó y arrojó voluminosas lluvias sin vientos huracanados para llevar angustias a amplias zonas del país.
El agua de abril preñó los ríos, arroyos y cañadas como nunca antes en la historia conocida del país desde el final de la II Guerra Mundial. Incluso cursos fluviales de ríos ya olvidados de que corría agua por sus lechos, recibieron una inusual cantidad de agua que alteró la vida apacible de las familias pobres arrimadas a la vera de los cursos de agua.
Los hacinamientos humanos son hechura de la irresponsabilidad de los políticos, que a nombre de tener adeptos para sus campañas, aceptaban y estimulaban esos asentamientos prohibidos. Eso ha sido una maldad de los políticos de todos los tiempos para atraer una militancia que apoye sus proyectos electorales. Y los políticos ni se enteran de esas desgracias al menos que pretendan hacerse los simpáticos llevando su ayuda a esos sectores.
La sangre de abril ha sido estremecedora en su derramamiento para trazar la ruta cívica del país en los pasados 50 años. En 1965 fue la sublevación de la indignación cívica de un pueblo con sus militares mas honestos para enmendar el error de 1963 con el derrocamiento del primer gobierno constitucional elegido democrática y masivamente después de la muerte de Trujillo.
Todo ocurre en abril después del disfrute de las playas y montañas de millares de vacacionistas durante cada Semana Santa. Esta coincide, con pocas excepciones, con el mes de abril. En 1984 se produjo una alarmante poblada que sacudió el gobierno perredeista de entonces a raíz de los ajustes de precios recomendados por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Era por el desastre en la conducción económica que llevaban las autoridades. Culpa era de ese populismo recalcitrante y parte de sus vidas políticas que los perredeistas han lucido en toda sus actuaciones de sus vidas públicas. Y mas cuando se ven al frente de un importante cargo burocrático.
Las aguas del mes pasado pusieron en evidencia la calidad de obras tales como las presas y puentes de autopistas que resistieron con firme seguridad la fuerza de las aguas. Así demostraron la calidad de sus cimientos, de la superestructura y de todo el proceso constructivo. Por igual de la supervisión de que fueron objeto.
En noviembre pasado las aguas afectaron toda la región al Norte de la Cordillera Central que hasta se puso en peligro la presa de Tavera. Esta tuvo que ser desaguada de emergencia en grandes volúmenes con las consiguientes inundaciones aguas abajo de Santiago hasta Monte Cristi. La provincia de Puerto Plata fue afectada en sus carreteras y algunos puentes secundarios colapsaron perturbando la vida de la zona Norte. Pero no se alteró el desenvolvimiento de las llegadas de los cruceros cargados de turistas por el puerto de Amber Cove de Maimón. Los grandes sembradíos de arroz, banano y plátano sufrieron daños.
Esta vez las lluvias se ensañaron con el lado sur de la Cordillera Central y en consecuencia los sureños se llenaron de angustias con tanta agua en sus ríos Ozama, Haina, Yuna, Nizao, Ocoa y Yaque del Sur. Y otros no menos importantes tales como el Nigua, Yubazo, Tábara, Maimón e Isabela. También del lado norte de la Cordillera hubo sus estragos. Como siempre la zona del Bajo Yuna recibió su elevada cuota de agua mas grande que lo normal.
La sangre derramada en los abriles históricos nos han dejado lecciones imperecederas que han pautado la conducta cívica. Por igual la Naturaleza nos está enviando avisos relevadores del nuevo comportamiento por el cambio climático. Antes nos permitía predecir casi con seguridad las estaciones de lluvia y de sequía. Pero esta vez, lechos de cañadas secas desde hace años recibieron un volumen de agua que alteró la vida en sus orillas por los asentamientos que existen en sus lechos que hasta habían sido rellenados y se construyeron viviendas algunas de buena calidad.
Las lluvias han depositado su enorme volumen de agua pero también las advertencias que los humanos debemos asimilar y prever para el futuro las consecuencias de otros comportamientos inusuales. Lo más importante es que las autoridades sean rigurosas en prohibir los asentamientos humanos a orillas de los ríos. Todos esos daños son de responsabilidad de los políticos en la búsqueda de seguidores incondicionales.

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