El empeño tesonero del Gobierno por continuar el programa de vacunación con la misma activa disponibilidad de dosis con que comenzó, lleva a confiar en el éxito de sus gestiones internacionales para llenar vacíos causados al proceso por incumplimientos de farmacéuticas o retrasos de embarques.
El impacto mundial de la demanda por inmunizadores, y el acaparamiento a que se han lanzado los países grandes, pone en aprietos a otras naciones aunque al final del túnel aparecen más opciones aprobadas por la Organización Mundial de la Salud para protegerse del virus SARS-CoV-2.
Más armas biológicas muestran eficacia, incluyendo la que provee el complejo Johnson and Jhonson de una sola aplicación y la producida por científicos rusos. Ninguna estaría fuera de la posibilidad de reforzar la ofensiva de los dominicanos contra la pandemia.
Ante la elevada capacidad de transmisión y preocupantes índices de letalidad que caracterizan la infección viral, solo queda adelantarse a los imprevistos con apertura a todas las posibilidades de disponer de vacunas, hoy, mañana y pasado mañana.
Bajo el criterio de no abstenerse de gestiones y tocar cada puerta que aparezca en el horizonte.
Fue así que el Estado dominicano se agenció más de 800 mil unidades para entrar de lleno en las primeras inoculaciones a falta de las que adelantadamente había contratado con otras farmacéuticas de entregas inseguras.
Lo inaceptable de dos vacíos
La confrontación entre frentes sociales sobre la pertinencia o no de permitir en limitados casos la interrupción del embarazo, no debería seguir postergando decisiones legislativas.
Se carece de una sustancial actualización del Código Penal, omisión que mantiene desarmada a la Justicia ante una criminalidad que gana terreno, mientras se deja interminablemente a las mujeres sin capacidad para tomar decisiones de conciencia sobre sus cuerpos como se acepta universalmente.
De este atolladero de doble efecto debe salirse asumiendo los congresistas explícitamente el compromiso de colocar ambos puntos en agenda por encima de todo otro tema hasta llegar a conclusiones, optando por hacerlo de forma unida o separada, pero superando integralmente las deplorables consecuencias de su inacción por ataduras confesionales.