A las elecciones del pasado 16 de mayo se presentaron cuatro partidos principales: el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), y el Partido Abstencionista. Los tres primeros llevaron candidatos a la presidencia y vicepresidencia de la República y recibieron financiamiento público y privado para realizar sus respectivas campañas.
El Partido Abstencionista no llevó candidatos ni recibió financiamiento. Captó el 27.1% de los electores inscritos en el padrón electoral.
)Quiénes son estos abstencionistas? )Por qué se abstienen?
La abstención electoral es un tema que ha despertado gran interés entre los analistas políticos en las últimas décadas por ser un fenómeno que contradice uno de los propósitos fundamentales de la democracia: que el pueblo elija sus gobernantes.
El tema ha adquirido mayor relevancia con el aumento en la abstención electoral en algunas democracias avanzadas, donde el sentido de responsabilidad ciudadana para ejercer el voto debería estar afianzado. Preocupa también el abstencionismo en las nuevas democracias, donde el nivel de participación electoral se utiliza como termómetro para medir la legitimidad de esos regímenes.
A la fecha hay escaso acuerdo sobre los factores que contribuyen a la abstención electoral, fuera de señalarse como causa principal un generalizado descontento con la democracia, sus partidos y gobiernos.
Se sabe, sin embargo, que en países como República Dominicana con una alta población inmigrante, el porcentaje de abstencionistas aumenta por la cantidad de electores que no pueden votar fuera de su país.
En el caso dominicano ese impedimento ya no existe porque el voto en el exterior se implementó en el 2004. Pero sabemos que la población registrada en el exterior fue ínfima y que los obstáculos para masificar ese voto en el futuro son inmensos. Por eso hay que facturar, para no sobre dimensionar el abstencionismo en el país, el peso que tienen en la abstención electoral los «abstencionistas ausentes», personas que residen fuera de la República Dominicana pero están inscritas en el padrón y asignados a un colegio electoral en el país.
Lamentablemente no es posible determinar la proporción exacta de «abstencionistas ausentes» para tener un dato más preciso sobre el nivel de abstencionismo en el país. Pero por el estimado de que alrededor de un 10% de la población dominicana vive en el exterior, su peso debe ser alto.
Para los «abstencionistas presentes» los que viven en República Dominicana hay una diversidad de razones individuales o políticas que dan cuenta del fenómeno. Factores individuales incluyen enfermedad física o mental, prisioneros, y dificultades personales de última hora que impiden votar. Los factores políticos se refieren fundamentalmente al desencanto con las opciones partidarias, con el funcionamiento del gobierno, o al desinterés por la democracia.
Para poner en perspectiva comparada el tema de la abstención electoral en la República Dominicana, tres puntos merecen destacarse.
Primero, la abstención electoral dominicana registrada en las elecciones del 2004 no es particularmente alta en comparación con otros países. En las elecciones de Estados Unidos del 2000 se abstuvo el 33% de los inscritos en el padrón; en las de Gran Bretaña del 2001 el 41%, en las de España del 2004 el 23%, en las de México del 2000 el 36%, y en las de Costa Rica del 2002 el 40%. En casi todos estos casos, la abstención fue mayor que la abstención dominicana de un 27.1%, que incluye ausentes y presentes.
Segundo, la abstención electoral de un país es más ilustrativa para reflexionar sobre la democracia si se observan las tendencias a través del tiempo. La tendencia dominicana muestra que en las elecciones recientes no se ha producido un nivel de abstención mayor que en las primeras elecciones de la transición democrática. En 1978 la abstención fue de 23.6% y en 1982 de 26.1%. En el 2000 fue de 23.9% y en el 2004 de 27.1%. Esto indica que la abstención reciente es similar a la de principios de la transición, cuando todavía no había muchas razones acumuladas para expresar desencanto con la democracia, sus partidos y gobiernos.
Tercero, diversas encuestas de opinión pública realizadas en el país muestran que un amplio segmento de la población dominicana piensa muy negativamente de los partidos, los políticos y los gobiernos. A pesar de eso, si descontamos del 27.1% a los abstencionistas ausentes y a los abstencionistas con impedimentos personales, el desencanto político parece no haber mermado todavía muy significativamente la participación electoral dominicana.
Por el contrario, el 16 de mayo la población dominicana votó masivamente con alguna esperanza de mejoría, o por lo menos con el legítimo derecho de castigar a alguien. Votó con el entendimiento de que los puestos electos del gobierno no se quedan vacantes porque se abstengan los electores. Y si queremos ser idealistas, podemos también decir que el pueblo dominicano votó con un gran sentido de derecho y responsabilidad ciudadana.