Abstención electoral
4 millones 200 mil electores votarían

<P><STRONG>Abstención electoral<BR></STRONG>4 millones 200 mil electores votarían</P>

JUAN BOLÍVAR DÍAZ
Alrededor de 4 millones 200 mil electores y electoras responderán este viernes 16 de mayo el llamado a elegir presidente y vicepresidente de la República, si se mantiene el promedio de abstencionistas que se registra en la etapa democrática iniciada en los comicios de 1978, que es del 27 por ciento.

De ratificarse la participación del 73 por ciento que prevaleció en la anterior elección presidencial, para ganar se requerirán por lo menos 2 millones 100 mil votos de un electorado cada vez más concentrado en diez de las 32 provincias, incluido el Distrito Nacional.

Como aspectos positivos, de este proceso electoral preparado con más anticipación que nunca, resalta un menor índice de violencia, y en lo negativo una campaña proselitista más extensa y costosa con niveles sin precedentes de abuso de recursos del Estado,  clientelismo  y transfuguismo.

744 mil electores más
Cinco millones 764 mil 986 electores y electoras están habilitados para votar en los comicios de este viernes, 744 mil 283 más en relación a los 5 millones 20 mil 703 de los comicios del 2004 para un crecimiento del 14.8 por ciento. Pero de mantenerse el 72.84 por ciento de participación  registrado hace 4 años, esta vez los votantes serían 4 millones 208 mil. Entre el 2000 y 2004 el padrón había aumentado casi en la misma cantidad que ahora, 769 mil 485.

El promedio de la abstención es del 27 por ciento en las elecciones presidenciales de la etapa democrática iniciada en 1978. La mayor abstención en las últimas nueve votaciones presidenciales fue del 40 por ciento en 1990. La menor fue del 20 por ciento en 1994, atribuida en parte al fraude que manchó esos comicios y generó una crisis política saldada con la reducción a dos años de ese período presidencial. En las dos votaciones de 1996, al igual que en el 2000, la abstención fue del 24 por ciento.

El actual padrón electoral comenzó a integrarse para los comicios del 2000. En la medida en que pasan los años la abstención tiende a incrementarse a consecuencia de los movimientos migratorios internos y hacia el exterior del país, ya que una parte de los movilizados no actualizan su registro por lo que devienen en abstencionistas forzados. La posibilidad de votar en ciudades extranjeras compensa parcialmente esa abstención.

Esta vez la votación se verificará en 12 mil 995 colegios o mesas electorales, 792 más que hace 4 años, ubicados en 4 mil cinco recintos en 154 municipios nacionales, -20 más esta vez- además de otros 322 colegios habilitados en 17 ciudades de 11 países del continente y  Europa. 

Debido a la progresiva concentración de la población nacional en grandes centros urbanos, el Distrito Nacional y 9 provincias  tienen un peso decisivo en los comicios, con el 69.89 por ciento de los electores y electoras. La mayor jurisdicción es la provincia Santo Domingo con el 19.71 por ciento, seguida del Distrito Nacional, 13.08 y Santiago que registra el 11.20. Estas tres jurisdicciones concentran el 44 por ciento del electorado.

El voto en el exterior
Ésta será la segunda ocasión en que los dominicanos y dominicanas podrán votar en el exterior, totalizando 154 mil 797, el 2.69 por ciento del padrón general, con un crecimiento de 102 mil 357, equivalente al 195 por ciento, en relación a los 154 mil 797 que se habilitaron para la primera ocasión en el 2004.

Del total de registrados fuera del país el 62.5 por ciento están en Estados Unidos, especialmente en Nueva York, y su ciudad vecina New Jersey que concentran el 46 por ciento. Le sigue España, donde Madrid registra el 14 y Barcelona el 6 por ciento. Estas 4 ciudades tienen las dos terceras partes de los electores dominicanos en el exterior. El restante 34 por ciento está en otras 13 ciudades americanas y europeas. La menor cifra es la de Montreal, Canadá.

Hace 4 años cuando el 16 de mayo fue domingo, sólo votaron en el exterior 35 mil 44 para un 66.8 por ciento. En Tampa hubo una votación récord del 91.5 por ciento, que al igual que Boston con el 84 por ciento superó el promedio de los participantes en la elección. En San Juan, Puerto Rico, lo hizo el 71.3 por ciento, en Miami el 74 por ciento y en Nueva York  68.2. Madrid y Barcelona quedaron en 49 y 44 por ciento. Esta vez al ser día laborable el porcentaje de votos en el exterior podría disminuir.

Tendencia al bipartidismo
La nación llega a esta elección presidencial con una fuerte tendencia a la restauración del bipartidismo que ha predominado en su historia, el cual quedó roto a partir de 1986 cuando el Partido de la Liberación Dominicana (PLD) obtuvo el 18 por ciento del sufragio retando el dominio que desde los años sesenta habían tenido los partidos Revolucionario Dominicano (PRD) y Reformista Social Cristiano (PRSC).

Ya en la elección presidencial anterior había comenzado la decadencia del reformismo, cuando consiguió el 8.65 por ciento del sufragio. Las últimas encuestas le atribuyen una intención de votos menor habiendo sido víctima en los últimos años de una gran dispersión. De los tres partidos más tradicionales es el que más dificultades ha tenido tras la desaparición de sus líderes fundadores. De seguir cayendo su votación se alejarán sus perspectivas de recuperación y se habrá restaurado el bipartidismo. 

El más exitoso en el relevo de liderazgo ha sido el PLD, el cual precisamente encabeza la generalidad de las encuestas con claras posibilidades de retener la presidencia en la votación de este viernes. Aunque en segundo lugar en las encuestas, el perredeísmo registra una tendencia ascendente en las últimas mediciones.

La decadencia del reformismo comenzó tras la prohibición de la reelección presidencial que dejó fuera de la competencia a su líder Joaquín Balaguer en los comicios de 1996. En primera vuelta, con Jacinto Peynado de candidato sólo obtuvo el 15 por ciento del sufragio debido a que el caudillo no le dio respaldo, ni siquiera votó, lo que sí hizo en  la segunda ronda por el doctor Leonel Fernández. Una nueva postulación de Balaguer ya con 94 años en el 2000,  devolvió al PRSC a un 24 por ciento del sufragio.

Mejoría del sistema electoral
La de este 16 de mayo sería la cuarta elección presidencial sin mayores conflictos después de los traumas electorales de 1990 y l994, gracias a los avances que ha registrado el sistema electoral dominicano, impulsados por amplios sectores sociales  y por el ámbito internacional.

Todavía hace cuatro años la campaña electoral concluyó con denuncias de graves irregularidades en el padrón de votantes. El 14 de mayo el doctor Fernández  sostuvo que había 400 mil dislocados, lo que obligó a una verificación nacional de último momento, en la cual quedó descartada tal ocurrencia.

En la jornada de votación volvió a demostrarse que el padrón electoral fotográfico elaborado para los comicios del 2000 es eficiente y confiable, a lo que ha contribuido el hecho de estar en Internet con actualizaciones que se entregan  a todos los partidos. Una cédula de identificación difícil de vulnerar, la plastificación de las actas y la toma de decisiones en consulta con los partidos también han contribuido a mejorar el sistema.

Para estos comicios la Junta Central Electoral se ha empeñado en concluir con mayor anticipación toda la logística electoral, lo que ha sido favorecido por el hecho de que hay menos desconfianza en el sistema. Los jueces electorales  ya no tienen que estar perdiendo el tiempo en discusiones sobre dislocados y excluidos, o sobre aquellos 700 mil haitianos que se llegó a sostener que estaban en el padrón, o sobre si votarían los militares y policías, o equis cantidad de personas votarían más de una vez. 

Otro aspecto positivo del proceso ha sido la reducción de la violencia. La primera muerte fue de una adolescente de Vicente Noble el día 9, y se contaban cinco heridos. Hace 4 años los muertos fueron 4, y 13 en el 2000, 30 en 1996 y 40 en 1994, según reporte publicado en HOY por Rosa Alcántara el pasado 5 de febrero.

Las manchas del proceso 

Los aspectos negativos y que manchan el proceso electoral han sido el nivel de abuso de los recursos estatales, el cultivo del clientelismo y la promoción del transfuguismo en proporciones sin precedentes, arrojando un incremento de esos vicios antidemocráticos en vez de reducirlos como se esperaba.

El reeleccionismo que al resurgir ya hace 4 años había puesto en jaque la institucionalidad democrática, ahora ha generado una situación de gran desigualdad como lo ha documentado el movimiento Participación Ciudadana en sus informes preelectorales.

El clientelismo y uso de recursos estatales no ha sido monopolio de los usufructuantes del Poder Ejecutivo y los organismos descentralizados, sino también de otros partidos que controlan parte de los municipios, aunque en menor proporción.

Al alto costo de la extensa campaña electoral, con financiamiento estatal de mil 60 millones de pesos, habría que sumar varios miles más sacados clandestinamente del Estado para pagar nóminas irregulares de militantes partidistas y propaganda electoral, en forma de dietas, vehículos y combustibles.

Todo el gobierno en campaña con una gestión determinada por el interés electoral, con multiplicación de subsidios, y un ministerio público procurando intervenir los teléfonos de los líderes opositores han ratificado la debilidad institucional de la nación.

El balance indica que la nación requiere profundas reformas en el sistema político y una mayor observación de las leyes y normas para garantizar que las elecciones sean una competencia democrática y que fortalezcan la convivencia y la gobernabilidad.

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