La mayoría de los policías judiciales trabajan con salarios de miseria y comen como mendigos, en una cruel paradoja que los obliga a movilizar prisioneros millonarios, cargar botijas de dinero incautado y bultos de droga decomisada.
Además, deben velar por la seguridad de sus superiores oficiales, de los jueces y de los miembros del Ministerio Público.
Para muestra un botón: rasos de la Policía Nacional, con sueldos de 4,000 pesos, vigilan las puertas del Palacio de Justicia de Ciudad Nueva y de la Fiscalía del Distrito Nacional. Tienen que trabajar más de ocho horas, y el salario se les va en pasajes.
El drama empieza por el estómago. Trabajan con pocas posibilidades de comer bien y a la hora establecida, pero de ellos depende que un pariente de un imputado no vaya a proporcionarle droga. Es su misión preservar la vida del acusado que llevan encadenado, o que permanece con las manos libres dentro del tribunal, durante las audiencias.
Aunque piden que se les mantenga en el anonimato, algunos de estos agentes dicen: ya basta de abuso, de olvido y de marginación con los sueldos de los miembros de la Policía Nacional.
Miembros de la Policía Judicial se acercaron a redactores de Hoy, bajo reserva de sus nombres, para denunciar que no toleran la humillación de cobrar sueldos tan deprimidos y pagar por un seguro médico que no funciona.
Indican que es una injusticia que un cabo gane 5,000 pesos y que su superior, el sargento, apenas tenga 6,117 pesos. El salario de 10 mil pesos está casi reservado para oficiales en adelante. Por ejemplo, un sargento mayor cobra unos 6,720. La diferencia de rango se expresa en el salario, en función de pesos.
Un segundo teniente, a quien se le considera con poder, gana 8,000 pesos y su superior, el primer teniente, recibe 9,000 pesos.
Para el capitán, alrededor de 12 mil pesos y el mayor ronda los 17 mil. El teniente coronel, 18 mil y el coronel, unos 22 mil. Sin embargo, el general es diferente, cobra unos 45 mil pesos y puede manejar el presupuesto de una entidad a su cargo.