La grave indiferencia que arropa a la ciudadanía, que para la misma cualquier incidente o suceso no conmociona las conciencias ni obliga a exigir rectificaciones, le está dando cancha al sector político, que continúa haciendo y deshaciendo con todo lo que se le ponga en sus manos, en especial cuando son recursos económicos.
La clase política está enardecida por la pasividad de la ciudadanía, ante los desmanes que cometen a ojos vista, sin importarles el que dirán y sin temer ninguna sanción moral o judicial, que hasta los jueces bendicen o se hacen indiferentes de sus desaguisados, como la reciente confesión de un importante juez, ahora jubilado, con aquel nefasto caso de la Sun Land. Y tal es el caso de lo que ocurre en el seno de la Junta Central Electoral, en donde las ambiciones, y los egos enardecidos, han superado todos los límites de la prudencia y del buen convivir.
La conformidad ciudadana, por esa abulia tan marcada, que ningún acontecimiento produce un impacto que obligue a rectificaciones de los responsables, viene marcado por el colapso familiar, y por ende, de los matrimonios, ya que la nueva filosofía inculcada, de que buscar el dinero debe ser como sea, no importando a quién se atropelle y resulte perjudicado. Ni siquiera el triunfo de Danilo Medina con la solución al caso de la Barrick Gold concitó un júbilo masivo como aquel que en 1979 sacudió al país cuando la Rosario fue nacionalizada precipitadamente.
Estamos adormecidos por una serie de acontecimientos que han sido de peores consecuencias, comparables con aquellos de 1984, cuando fue la última vez que el país se conmocionó y mostró sus garras para protestar por aquellos primeros acuerdos con el FMI. Después de eso, la abulia y el afán de buscar dinero se ha impuesto en el quehacer cotidiano, y ahora no importa que los políticos, con su esfera de acción en el poder, cometen sus barbaridades financieras, que luego se convierten en lujosas villas en montañas y playas, vehículos de lujo, amantes de la buena vida o prefieren pasar sus fines de semana fuera del país o se van a esquiar a Vail de Estados Unidos en enero, o Bariloche de Argentina en julio.
El mecanismo de sacudir a la ciudadanía de su pasividad cívica requiere de estímulos muy curiosos, que vienen dictados por la ocasión y el objetivo económico que se persiga. Un ejemplo fue la forma de cómo la ciudadanía se empoderó del 4% para educación, de la cementera de Los Haitises, de la explotación de Loma Miranda o en contra de la Barrick-Pueblo Viejo. En esos casos, la espontaneidad fue relativa, ya que la inversión para tantas movilizaciones espontáneas fue elevada, y dieron sus frutos, como fue el caso del aumento del presupuesto de Educación, el descarte de la cementera en Los Haitises y construida en Gautier, Los Llanos, el freno a Falcondo con Loma Miranda y la solución al impase con la explotación de Pueblo Viejo.
Pero parece que la carretera Cibao-Sur no tiene la motivación militante y espontánea de los grupos aleccionados para tales fines, ya que esa vía, sino se construye con varios túneles de unos seis kilómetros de longitud, ocasionaría un daño ecológico más severo que la explotación ya repudiada de Loma Miranda y sus reservas de níquel.
El político se enardece cuando se topa con una sociedad sumisa y conformista, observando con impotencia sus acciones, que a medida que se aproximen las elecciones del 2016, más temerarios se volverán en sus procederes. Es una línea de acción destinada a cumplir sus objetivos de permanencia en el poder, para disfrutar de esas mieles tan saludables, que tantos beneficios han aportado y han sido distribuidos en los últimos años a una élite de políticos que viven en el entorno de quienes disfrutan la dirección del país.