Abusan estudiantes extranjeros

Abusan estudiantes extranjeros

 Carolina del Sur, EE.UU
 AP

 Atraídos por intermediarios bajo promesas de empleos estables y una oportunidad de viajar, algunos estudiantes universitarios extranjeros en programas laborales se topan con un chasco al llegar a Estados Unidos.  

Una investigación de The Associated Press halló que algunas estudiantes son obligadas a trabajar en bares de desnudistas en lugar de restaurantes, mientras que otros estudiantes ganan un dólar por hora o incluso menos. Algunos viven en apartamentos tan atestados que duermen por turnos porque no hay camas suficientes, y otros tienen que comer en el piso.   Se encuentran entre más de 100,000 alumnos universitarios que viajan a Estados Unidos cada año amparados por las populares visas tipo J-1, las cuales proporcionan a los centros turísticos mano de obra barata por temporadas como parte de un programa que busca estrechar lazos culturales con otros países.   Desde hace 20 años, auditores gubernamentales han advertido que el programa tiene problemas, pero el Departamento de Estado, que está a cargo de él, apenas ahora dice que está elaborando nuevas normativas.

Las autoridades no quisieron decir en qué consisten esas nuevas reglas, ni hablar sobre los problemas que han plagado a las visas J-1.   John Woods, subdirector adjunto de seguridad nacional para la Agencia de Inmigración y Aduanas, dijo a la AP que había al menos dos investigaciones federales en curso sobre tráfico humano vinculado con las visas J-1. No proporcionó más detalles al respecto.   La AP entrevistó a estudiantes, activistas, autoridades locales y agencias de servicio social, y revisó miles de páginas de registros confidenciales, informes policiales y casos judiciales. A continuación se presentan algunos de los hallazgos:   — Muchos estudiantes extranjeros le pagan a quienes los reclutan con el fin de que les ayuden a encontrar empleo, y después no obtienen trabajo o terminan ganando poco o ningún dinero en labores serviles. Los reclutadores laborales cobran a los estudiantes rentas exorbitantes por meterlos en apartamentos sucios, poco amueblados y tan atestados que algunos tienen que dormir por turnos.   Con frecuencia los estudiantes son amenazados con la deportación o el desalojo si abandonan lo que se les ha impuesto, o incluso si se quejan en voz muy alta. Algunos recurren a robar artículos de primera necesidad como alimentos, pasta de dientes y ropa interior, de acuerdo con la policía.   “La gran mayoría de los estudiantes que participan en este programa consideran que es una experiencia que vale la pena y vuelven a casa sanos y salvos”, dijo el Departamento de Estado en un correo electrónico enviado a la AP.   Pero no es difícil hallar excepciones. La mayor parte de los casi 70 estudiantes que la AP entrevistó en 10 estados, provenientes de 16 países, dijeron estar decepcionados, y algunos estaban enojados.   “Esto no es lo que pensaba cuando pagué todo este dinero para venir aquí”, dijo la rumana Natalia Berlinschi, quien llegó a Estados Unidos con una visa J-1 este verano, esperanzada con poder ahorrar dinero para acudir a la facultad de odontología.   Sin embargo, se quedó varada en Carolina del Sur sin empleo. Tuvo que rogar para que alguien le diera trabajo en las playas turísticas de Myrtle Beach y compartía una casa de tres recámaras con otros 30 estudiantes de intercambio.   “Me trataron muy, muy mal”, dijo Berlinschi. “Nunca volveré”.   — El Departamento de Estado ni siquiera logró registrar el número correcto de quejas de estudiantes sino hasta este año, y constantemente ha transferido la responsabilidad de supervisar el programa a las aproximadamente 50 compañías que patrocinan a estudiantes, las cuales les cobran cuotas que pueden alcanzar varios miles de dólares.

La clave

  Trabajo con poca ropa

Los bares de desnudistas y las compañías de entretenimiento para adultos solicitan abiertamente trabajadoras con visas J-1, a pesar de que las normas gubernamentales le prohiben a estudiantes aceptar empleos “que pudieran afectar la reputación del Departamento de Estado o darle mala fama”,  según muestran registros judiciales.

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