Abuso sexual, un
pasatiempo criminal

Abuso sexual, un <BR>pasatiempo criminal

¿Cómo se abusa sexualmente una mujer? Obvio, existe la violación sexual que un hombre ejecuta cuando enclaustra una mujer y la tritura en carne viva; o cuando penetra en su hogar como ladrón de cuerpos y le clava su órgano.

En este tipo de violación piensa mucha gente cuando escucha el término abuso sexual; y como el hecho es ajeno a la mayoría, el crimen se coloca en la subconsciencia como pieza de museo.

Se ignora o se justifica para explicar lo inaceptable: las mujeres son culpables, se descuidan, caminan solas por la noche, hacen lo indebido, o son chiviricas.

Frente a la violación, muchas mujeres callan por temor al juicio social, o porque no confían en el sistema de justicia. En los casos de denuncia, la probabilidad es alta de que el violador saldrá libre de castigo por artimañas del personal médico, judicial o carcelario, sobre todo, si la mujer es pobre.

Pero el problema del abuso sexual trasciende el asalto sexual en que un desconocido viola una desconocida. De hecho, la mayoría de los casos de abuso sexual se producen entre personas que se conocen.

El padre que abusa sexualmente una hija es un violador, igual que el tío o el hermano que haga lo mismo. A veces los intercambios físicos no incluyen un acto sexual completo, sino un conjunto de contactos físicos inapropiados entre un hombre y una niña que queda marcada física y sicológicamente para el resto de su vida.

También es un violador el hombre adulto que convence una joven menor de edad de tener una relación sexual bajo el embobo de que la quiere, le comprará regalos, la llevará de paseo o se casará con ella.

Es violación incluso si la joven accede, porque hay una diferencia abismal entre ellos de edad, recursos económicos y personales.

Relaciones tan desiguales se fundamentan en motivaciones y expectativas engañosas porque la joven se encuentra en un estadio de desarrollo diferente al hombre. Esto trae a colación el sonado caso del diputado.

Investigaciones sicológicas demuestran que los jóvenes y las jóvenes pueden tomar muchas decisiones racionales en la adolescencia, pero la diferencia con los adultos radica en que en la juventud no se han adquirido las herramientas necesarias para resistir de manera efectiva la seducción engañosa o la presión grupal.

Una explicación sicológica es que los seres humanos alcanzan distintas destrezas en distintas etapas de la vida. Por ejemplo, las herramientas racionales de tomar decisiones se adquieren antes de las herramientas sicológicas que permiten mejor coordinación entre la racionalidad y la emoción.

Por eso, aunque una joven de 14 ó 15 años puede aceptar “voluntariamente” entrar en una relación sexual con un hombre mayor que la seduce con atenciones, regalos y promesas de bienestar, su edad la coloca en una situación de subordinación con respecto al hombre, para quien, probablemente, la motivación central sea el pasatiempo sexual de la conquista machista.

Consumada la relación, el adulto se marcha y deja la joven abandonada, a veces también embarazada.

Que estos comportamientos abusivos estén generalizados en la sociedad dominicana, o que se quiera argüir que son típicos de la cultura dominicana, no debe aceptarse como explicación ni justificación de las violaciones. Son conductas indebidas, muchas caen en la categoría de crimen, y deben combatirse como tales.

La permisividad sexual masculina en la sociedad dominicana constituye un serio problema por la cantidad de mujeres que quedan maltratadas, y por la cantidad de niños que nacen producto de esas relaciones y los padres abandonan irresponsablemente.

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