Acabar con la informalidad para despegar

Acabar con la informalidad para despegar

Leonardo Díaz Jáquez

En un intercambio de notas con un muy buen amigo, éste acotó que “a este país solo le falta acabar con la informalidad para despegar”, idea la que ha estado dando vueltas en mis pensamientos desde ese día, porque Rafa tiene razón, la informalidad es un lastre muy grande que nos rezaga como a un carguero a carbón con deseos de convertirse en uno moderno con motores con la más avanzada tecnología.

Es que la informalidad, con sus sinónimos irresponsabilidad, insensatez, inconsciencia, descuido, incumplimiento, negligencia, olvido y los términos nuestros como deja eso así, no te preocupes tanto, qué se va a hacer, algún día ahorcarán blancos, nadie se dará cuenta, dale una mano de pintura, empañeta que así no se notará, etc., se ha metido tanto en nuestra manera de ser que nos extrañamos cuando alguien es puntual, cumple lo que promete, respeta las normas de convivencia, las ordenanzas y leyes, realiza lo que le encargan con calidad, etc.

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La informalidad es la responsable de múltiples accidentes de tránsito, pues el organismo rector hace muchos años que dejó de realizar la inspección de los vehículos de motor, mejor conocida como “la revista”, de manera medalaganaria, porque sí, para luego salir con un proyecto súper millonario que no se sabe cuándo se hará realidad, por eso vemos circular todo tipo de vehículos sin cumplir con lo más elemental para poder transitar por calles y carreteras.

La informalidad con “deja eso así que tenemos que irnos” ha sido y es la causante de muchas desgracias producidas por una fuga de gas que se convierte en explosión, tanto en el ámbito residencial como industrial, una mala construcción porque al inspector lo sobornan para hacerse de la vista gorda, que los organismos responsables no fiscalicen adecuadamente los lugares de espectáculos públicos, ni sepamos cuál es el aforo para cada uno, algunos con inadecuada o ninguna salida de emergencia.

Es esa misma informalidad la que lleva a que mucha gente actúe bajo la premisa de que puede hacer lo que mejor le venga en ganas, porque como no hay consecuencias para muchas cosas, sin importar el estrato social ni la condición económica. En muchos aspectos, es triste ver el comportamiento de quienes residen en el polígono central del Distrito Nacional.

El gobierno en primera instancia y todos los sectores con incidencia en el devenir nuestro debieran disponerse a ponerle un freno a la informalidad y hacerlo de manera drástica, porque si a todos nuestros problemas le seguimos buscando una bajadero no habrá nunca una luz al final del túnel.

Usted y yo, estimado lector, podemos comenzar en nuestro entorno más directo a dar el primer paso en ese sentido con acciones tan sencillas y trascendentes como es respetar el derecho ajeno.

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