Acabo de ganarme mil quinientos pesos

Acabo de ganarme mil quinientos pesos

Los dominicanos hoy, posiblemente no tengan la idea de lo que significaba décadas atrás el poder del peso dominicano, donde una anécdota del General Juan Tomás Díaz (Q.E.P.D.), ese héroe nacional, retrata como una radiografía fiel, lo que era nuestro signo monetario a propósito de un préstamo por dos mil pesos que le solicitó un amigo que quería liberar una hipoteca.

Para que se tenga una idea del poder adquisitivo del peso dominicano a mediados de la década de los años cincuenta, solo hay que tomar como referencia que empleados públicos, en la administración de esa época, devengaban un salario mensual de ochenta pesos y con eso pagaban alquiler y cubrían sus necesidades, aunque después de que el país entró en períodos de inflación y devaluación, una suma de ochenta pesos parezca hoy ridícula, donde las cifras que se manejan ahora, en un orden de magnitudes, son de miles de millones de pesos.

Por eso, cuando en aquella época, un amigo se le acercó al Gral. Juan Tomás Díaz, solicitándole un préstamo de dos mil pesos, como me lo narrara un familiar, la expresión del general fue «)y tú no crees que eso es mucho dinero?», porque efectivamente, una suma de dinero como esa representaba una montaña de dinero. Recuérdese, entre paréntesis, que para esa época, cuando se hizo obligatorio para los empleados públicos abrir una cuenta de ahorros, en la banca estatal, ésta se abría con cinco pesos. Esas eran las cifras que se manejaban en ese entonces.

El amigo del general Juan Tomás Díaz, como buen abogado de sí mismo, argumentó con mucha tenacidad, que el monto que necesitaba, era la suma de dos mil pesos, pero se le olvidó, que independientemente de que estaba frente a un experimentado militar, que los Díaz, como se decía, estaban dotados de una chispeante indiligencia, capaz de complacer la petición de un amigo con el sentido de generosidad que caracterizaba a esa familia sancristobalense, pero dentro de un sentido de las proporciones, cosa que el general sabía calibrar muy bien .

De ahí, la cuidadosa respuesta del general Díaz al responder «tu no crees que eso es mucho dinero?», pero al mismo tiempo, compelido a dar la mano al amigo que le solicitaba ese préstamo, le expresó «estoy dispuesto con mucho gusto a prestarte quinientos pesos». El Gral. Díaz, asumía así, que con ese monto de quinientos pesos, el amigo, solucionaría la presión que tenía y tendría tiempo para buscar otras soluciones.

Como hombre disciplinado que era el general Juan Tomás Díaz, pidió su libreta de apuntes y anotó cuidadosamente, la fecha, el nombre del amigo y el monto del préstamo que le acababa de otorgar, por quinientos pesos.

Pero, como siempre sucede con los hombres que están en la vida pública y que tienen siempre amigos en estado de necesidad a los que hay que ayudar, tampoco podía faltar una persona del entorno del general Díaz que le observara «Juan Tomás, perdiste quinientos pesos, ese préstamo jamás te lo van a pagar».

La respuesta del general Juan Tomás Díaz, no se hizo esperar, contestándole a su interlocutor «tu estás equivocado, acabo de ganarme mil quinientos pesos!».

Así de rápida era la mente y la inteligencia de ese gran dominicano que se inmoló, junto a otros héroes, para que la República Dominicana, después del 30 de mayo de 1961, pudiese volver a vivir bajo el sol de la libertad, aún, como lo reseñara un medio de comunicación, haya desaparecido la placa de bronce en la Avenida Bolívar, que honraba a Juan Tomás Díaz y a Antonio de la Maza, los dos héroes que cayeron en ese lugar.

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