«Academia del Beso» enseña a dominar
el arte del besuqueo

«Academia del Beso» enseña a dominar <BR>el arte del besuqueo

SAN FRANCISCO, EE UU (EFE).- Cientos de parejas han pasado por la «Academia del Beso», un peculiar centro de Seattle, en el estado de Washington, donde según su fundadora, la psicoterapeuta Cherie Byrd, se enseña a concentrarse en la «electricidad de nuestro cuerpo».

Byrd, de 56 años, recomienda a los enamorados que se olviden de regalos tradicionales como chocolates o perfumes y se entreguen, en cambio, un romántico beso, ya que éste es «un regalo del corazón, tu energía transferida al cuerpo de otra persona».

La autora del manual titulado «La escuela de besar: siete lecciones en amor, labios y la fuerza de la vida» explica que se trata de «cultivar el arte de fundir los labios con el corazón y con la conexión con tu pareja».

En primer lugar, explica Byrd, hay que relajarse y hacer caso omiso de cualquier cosa que pueda perturbar ese momento especial.

Posteriormente, la psicoterapeuta recomienda mirar al enamorado con esos ojitos y, sobre todo, prestar atención, ya que todo tu cuerpo, desde el cabello a las uñas de los pies, ha de estar inmerso en esta actividad.

Si estos consejos no funcionan, la solución podría estar en cambiar de pareja ya que, en opinión de Byrd, un mal beso presagia una relación sentimental infructuosa.

A la psicoterapeuta se le ocurrió crear su propia escuela (en la dirección de internet www.kissingschool.com) cuando estaba saliendo con un hombre que no era muy experto en el arte de besar.

Este novio no le duró mucho, como era de esperar en alguien para quien esta actividad adquiere tal importancia y que se autodenomina una «besadora lasciva», pero Byrd pensó que sería una buena idea enseñar este arte a otras personas.

A juzgar por los resultados -más de 400 parejas han desfilado por las aulas de la escuela desde 1998, según Byrd- los estadounidenses están bien necesitados de algunos trucos básicos sobre el asunto, y para ello están dispuestos a pagar los 275 dólares que cuesta cada taller.

En una jornada cualquiera en la academia de Seattle, en la costa del Pacífico de EEUU, una docena de enamorados crean sus niditos de amor con sacos de dormir y almohadones por el suelo.

Cada sesión comienza con un masaje de pies, un baile sensual y unos besitos en la mano. De ahí, los estudiantes pasan a cuestiones mayores, como besos en las orejas o el cuello y, finalmente los labios.

A lo largo de este tiempo, y al ritmo de música suave y embriagadora, Byrd va enseñando a las parejas algunos trucos, como por ejemplo besar sólo el labio superior.

Después de practicar los ejercicios, cada persona ha de poner una puntuación a su pareja en una escala de uno a diez, en la que un uno sería un dolor de labios y un diez un beso de caerse de espaldas.

Posteriormente, a lo largo de la clase, las parejas van repitiendo los ejercicios con el fin de mejorar sus notas.

«Es algo más que aplastar los labios», señala Byrd, quien cree que aunque la técnica es importante, por encima de ella está la conexión entre las dos personas.

«Es difícil conectar con tu amado en nuestra sociedad porque estamos siempre apurados», señala. «Hacer muchas cosas al tiempo produce torpes besuqueos».

La mayoría de los estudiantes de Byrd son parejas casadas, pero los solteros también pueden acudir a la clase, siempre y cuando no les importe besar a extraños.

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