La Academia de Ciencias llamó a Bienes Nacionales, al Instituto Agrario Dominicano (IAD) y a Mensuras Catastrales a que colaboren con la Suprema Corte de Justicia y con Catastro Nacional para esclarecer el estatus legal o régimen de tenencia de las tierras de las cordilleras, muchas declaradas de domino público mediante la Ley 627 de 1977 y que actualmente son ocupadas por personas sin título ni otro documento que les adjudique o les brinde algún soporte legal a la posesión que ostentan.
Además, pidió a los ministerios de Agricultura, de Economía, Planificación y Desarrollo y de Medio Ambiente que se aplique la referida ley que prohíbe todo corte de árboles o actividad perturbadora en un radio de medio kilómetro a la redonda de toda cabecera de ríos, arroyos, cañadas o manantiales.
La academia señala que estas instancias responsables del ordenamiento y la planificación del territorio tienen que limitar las actividades productivas como la horticultura, la agricultura y la ganadería en los valles, llanuras o terrenos de topografía suave o de baja inclinación y prohibir todas las actividades en las laderas escarpadas y lomos de montañas.
Indica que tanto Medio Ambiente como el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (Indrhi) tienen que estudiar a fondo y establecer un protocolo o reglamento para el otorgamiento de nuevos pozos en acuíferos de las zonas montañosas, comenzando con la regulación, eliminación, relocalización o suspensión definitiva de todos los existentes que no tengan permiso o que presenten un daño a las comunidades o al sistema hídrico nacional.
El planteamiento está sustentado en un trabajo de Eleuterio Martínez publicado en la Revista Verdor, en el que se establece que la producción de hortalizas en estos momentos depende en un 90 a 95% de pozos artificiales, reservorios y microembalses de donde se bombea el agua para el riego por aspersión.
“La producción de hortalizas en el municipio de Constanza, zonas montañosas de Jarabacoa, Bonao, Rancho Arriba, Ocoa y Padre Las Casas no se dan en los vallecitos y llanuras como sería lo correcto, ya que así se puede controlar la erosión, la deforestación y aprovechar a las aguas que naturalmente descienden”, expresa la academia.