El amigo Efraín Castillo, en ocasiones provocador de temas literarios, a los cuales ni me asomo, ya que soy un simple obrero de la escritura, me retó a que escriba sobre la magia de saber envejecer. Lo cual, en realidad es un proceso natural. Solo que algunos se preocupan para que la misma no sea una carga, sino un orgullo.
Los que vivimos en una de las peores dictaduras que ha tenido América y el proceso de transición entre la dictadura a la democracia, tuvimos que sufrir golpes de Estado y producto de ello vivir una sangrienta guerra por el retorno a la constitucionalidad, en la cual no estuvimos ausentes. Los que cambiamos de milenio y pertenecemos a esa generación que tuvo como acompañante el idealismo, hoy en desbandada y el sentimentalismo romántico como compañeros, no hacemos magia. Aunque él, con su capacidad novelesca así lo sueñe.
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La posible magia podría estar en haber podido vivir tantos años y actuar en tantos escenarios diferentes y conspicuos, en épocas en las que las ideologías fortalecían el espíritu, formaban parte del quehacer diario y provocaban desavenencias personales. Y hoy poder decir, que a pesar de ello, con todos los actores de esa época que todavía nos acompañan en esta magia de la vida, a pesar de aquellas diferencias ideológicas, somos amigos incluso entrañables. Porque prevaleció el respeto mutuo.
El asunto ahora es tratar de que, mediante la magia, podamos continuar navegando en este mundo. En el que, a pesar de que hemos podido irnos acostumbrando a algunos de los nuevos estilos, y, medianamente conectarnos con la tecnología, en realidad estamos descubriendo cada día, como dice la canción, que vivimos en un mundo raro. Porque en la actualidad es difícil lograr que en un grupo, incluso de trabajo, la gente se vea las caras. La mayoría ya ni siquiera nota los gestos. Solo prestan atención al celular. Y a pesar de que se ha desarrollado la atención al cliente, en realidad el trato se hace cada vez menos personalizado y humano.
Algunos de nuestra generación han sentido que han tratado de faltarte el respeto o ignorarlos. No solo porque al cruzar las calles pueda escuchar groserías como la de viejo x, quítate del medio. Sino que, en algunos de los medios en que se desenvuelven, se hacen cada vez más notorias las incompatibilidades de ideas y metodologías. Y eso si requiere de magia. Para hacer comprender lo costoso que ha sido para muchos, respetar y ser respetados.
La magia que presenta para los octogenarios, luego de haber actuado por décadas, sintiendo respeto de todos los de esa generación sin distinción de ideas o estatus social y sintiendo respeto por ellos mismos, les resulta imposible tolerar que otros pretendan desconsiderarlos o hacerles cambiar de ideas y metodologías.
La magia está en continuar accionando con amor a la vida y vocación de servicio. Disfrutar la familia y las amistades. Mantener ideales y amar a Dios. Haber actuado dentro del respeto mutuo, compresión, lectura, aprendizaje y compañerismo. Que aún con ideales distintos, estos octogenarios continúan aspirando y soñando por una sociedad más justa, humana y en paz.