Acciones contundentes vs. discursos elocuentes

Acciones contundentes vs. discursos elocuentes

Guillermo Caram

Que de los encuentros emanen acciones contundentes y eficaces

Al encaminarnos al sexto mes de afectación del COVID.19 bajo soluciones gestadas por líderes que se reunieron ayer a iniciativa del presidente Abinader, nos vino a la memoria el consejo que le dio su esposa al 36º presidente de EEUU, Lyndon B. Jhonson, relacionado con título de ésta colaboración.

Cuentan sus biógrafos, en versiones llevadas al cine, que el presidente norteamericano desahogó sus frustraciones con su esposa, Lady Bird, de no explicarse como un discurso que había pronunciado que consideraba elocuente, no había podido contener las protestas contra la guerra de Vietnam. Ella le observó que las condiciones entonces imperantes requerían acciones contundentes más que discursos elocuentes.

Lo traemos a colación ante las elocuentes expresiones del liderazgo político nacional en respuesta a la pertinente y consecuente iniciativa del presidente Abinader.

Los pronunciamientos posteriores a dichos encuentros entre líderes que gobiernan o han gobernado versaron no solo sobre el tema que justificó la invitación, sino abarcaron otros más amplios como la integración de la JCE y nuestra situación política, económica y social, que estamos viviendo.

Las condiciones son tan exigentes que no bastan expresiones elocuentes para encarar las urgencias en que nos desenvolvemos ni para restablecer la precaria esperanza ya totalmente perdida, de contar con un futuro más esperanzador.


Se necesitan acciones contundentes.

Después de casi seis meses, la mortalidad se incrementa. La modalidad para apertura de clases sigue bajo cuestionamientos y confrontaciones en su pertinencia y viabilidad. El desempleo o el empleo de mala calidad se incrementa como consecuencia de la paralización económica. Un millón de trabajadores no saben si volverán a trabajar. Empresas vacilan reabrir por temor a nuevas prohibiciones y falta de demanda. Temen endeudarse a pesar de los enormes estímulos financiaros adoptados.

Personas dejan de comprar y empresas de vender, dejando de pagar impuestos, mermando recaudaciones ante gastos aumentados, generando una situación fiscal que hace imposible perpetuar asistencia a empleados suspendidos.

Hasta las actividades económicas menos golpeadas, agropecuarias, sufren amenazas por reducción de demandas, consecuente de dificultades de comercialización y transportación.
Los déficits fiscales inducen la tentación de aumentar endeudamientos o financiarse con emisiones monetarias, devaluatorias e inflacionarias. Y generadoras de expectativas negativas y especulación.

Las urgencias coyunturales alejan posibilidades de encarar situaciones estructurales vitales para superar insalubridad: hacinamiento, promiscuidad, comportamientos y conductas irrespetuosas, degradación ambiental etc.

Los correctivos pueden generar resistencias: Disminuir para reorientar hasta mejorar el gasto; simplificar sistema tributario para reducir evasión, contrabando y discrecionalidades; contener corrupción al gastar y recaudar.

Ojalá que de los sucesivos encuentros anunciados, emanen acciones contundentes, efectivas y eficaces; que permitan implementar hermosas intenciones expresiones en discursos elocuentes.

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