Acciones en temporada ciclónica

Acciones en temporada ciclónica

MARTHA PEREZ
Entrado el año, y sobre todo finalizando el mes de mayo, comienza a hablarse por doquier de la temporada ciclónica, que comprende el 1ro. de junio al 30 de noviembre. Los expertos, analíticos y estudiosos alertan a la nación sobre la temporada, como forma de que cada año los daños sociales, económicos y ambientales sean de menor magnitud. La República Dominicana como parte de la Isla Hispaniola está ubicada en la Región del Gran Caribe, condición ésta, que la caracteriza a la vez como una zona de gran diversidad biológica, única, con ecosistemas altamente vulnerables, y expuesta a desastres naturales o causados por el ser humano.

Esta situación, sumada a pasadas y recientes experiencias por desastres naturales, asigna una tarea permanente a los organismos gubernamentales y no gubernamentales que les compete directamente el tema; y a la sociedad civil para mantener una alerta durante el año, a fín de procurar una conducta tendente a la prevención y la mitigación ante la amenaza de riesgo. En este sentido se han definido buenas políticas; se han suscrito acuerdos locales e internacionales y se encaminan acciones interinstitucionales y multisectoriales. Sinembargo, todavía hace falta una cultura en el ser humano que le permita comprender y apreciar su relación con el medio físico, a traves de oportunidades para desarrollar capacidades y realizar acciones adecuadas para minimizar o evitar los impactos negativos que causan los desastres en sus vidas y sus bienes.

Al no existir esa cultura, sobre todo en gran parte de las comunidades más expuestas a los desastres, las acciones en la temporada ciclónica se dirigen en varias direcciones. Las de organismos públicos y privados hacia la implementación de políticas de planeación para la prevención en casos de desastres; las de damnificados de desastres anteriores, unos, dispuestos a cumplir con las orientaciones, asumiendo actitudes positivas y desde ya realizando acciones preventivas, todavía afectados por el dolor de haber perdido familiares y propiedades; y otros, pretendiendo convertirse en dos o tres veces damnificados para obtener el favor del gobierno y de las autoridades; éstos se dirigen hacia zonas vulnerables a levantar casuchas, aveces disgregando la familia, según sus aspiraciones. Y otros terceros, son los que hacen «su agosto» con la desgracia ajena, convirtiendo la solidaridad en «dineralidad» para sus bolsillos; estos, ya están planeando sus negocios ante el anuncio de una temporada ciclónica muy activa. Esta situación y la experiencia de los recientes desastres que impactaron considerablemente en Jimaní y en la Región Este, demanda que en esta temporada ciclónica las acciones se dirijan en una dirección más efectiva hacia la prevención y la mitigación. El apoyo interinstitucional para continuar implementando las políticas gubernamentales en este sentido, es imprescindible. Las acciones multisectoriales para fortalecer el apoyo entre las instituciones, es determinante. Ofrecer las oportunidades requeridas para la aplicación de técnicas metodológicas adecuadas que permitan la información para la integración y participación de los comunitarios, es la clave. Y preparar el país y la nación para que ante la vulnerabilidad a que estamos sometidos, seamos capaces de identificar las amenazas asumiendo acciones preventivas tendentes a mitigar y/o evitar las magnitudes de los desastres, es el reto.

Contamos con lo imprescindible y lo determinante. Las voluntades expresas del gobierno central, de nuestras instituciones públicas y privadas; la preocupación por el medio ambiente natural, social, económico y cultural; y los compromisos locales e internacionales suscritos sobre prevención y mitigación de desastres y resolver problemas resultantes. Hace falta, entonces, usar los instrumentos que conducen a la clave para asumir y superar el reto. En este sentido el ámbito de actuación es un aspecto relevante; y debe abarcar lo político, económico, social, cultural, educativo, sanitario y legal, para lograr una visión integradora que facilite configurar el principio de la unidad y el consenso -esencial – en los procesos que involucran el desarrollo humano y la paz.

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