Acerca de hechos y consecuencias

Acerca de hechos y consecuencias

JACINTO GIMBERNARD PELLERANO
Verdaderamente vivimos tiempos de incertidumbres. Se me dirá ¿cuáles tiempos no lo han sido? La incertidumbre es una constante humana desde el momento en que los primitivos empezaron a pensar, a fijar su atención en la naturaleza con sus disciplinados ciclos. No obstante, uno percibe el aumento de torceduras imperialistas y el descenso de una cierta moral que constituyó el fundamento de los Estados Unidos de Norteamérica, acogedores de pensamiento y mano de obra de cualquier parte del mundo, trátese de irlandeses o chinos, de italianos o noruegos, hasta nazis. Si no menciono a los latinoamericanos es porque no calificaban para ofrecer una mano de obra más barata y disciplinada ni para aportar aromas de culturas milenarias.

Hoy todo ha cambiado; los chinos continentales o taiwaneses ya no son el «tigre dormido» que mereciera un notable trabajo de Alain Peyrefitte, quien advertía que «cuando la China se despierte…el mundo temblará». Ya despertó y se advierten los temblores. Por otra parte, los latinoamericanos avanzan y ascienden en los United States, ocupando posiciones importantes y demandantes de conocimiento y esfuerzo, sin perder aceptación y respeto por sus orígenes.

Para las mecánicas de aceptación estadounidenses tal vez el caso no tenga particular importancia, porque ya habían actuado así todos los inmigrantes anteriores. Para nosotros sí es importante el cambio, porque puede ser señal de que Latinoamérica está por despertar de un letargo secular, en el cual se mantuvo adormecida en sensaciones de inferioridad por mestizaje o mulatería.

Tal vez la ciencia de la Historia sea algo más compleja que las otras ciencias, por la absurdidad de los panoramas que presenta, desde los tiempos de Hecateo de Mileto, que funda la historiografía con su libro titulado «Viajes por el Mundo» en el siglo sexto a. c.

Hecateo comienza su escritos declarando: «Así habla Hecateo de Mileto. Escribo lo que sigue, como me parece verdadero, porque las historias de los helenos, tal como aparecen ante mí, son contradictorias y ridículas».

De Hecateo a Karl Marx, del siglo VI a.c. al XIX de nuestra Era, es decir, hasta hace dos siglos, nos hallamos ante el complejo proceso teórico que culminará en la Ciencia de la Historia, proceso que va desde la disciplina histórica o historiografía (fundada por Hecateo y, sobre todo por Herodoto) hasta la Ciencia de la Historia o Materialismo Histórico.

Pero ¿atendemos adecuadamente, respetuosamente, con lógica inquietud y preocupación, lo que nos señala la historia?

No creo.

Caemos en los mismos errores, como si se tratara de un tiovivo o carrusel que gira trayendo de nuevo ante nuestros ojos los mismos caballitos de plástico o de madera pintada, una y otra vez. Infatigablemente.

Toynbee afirmaba que no era cierto que la historia deba repetirse, necesariamente, pero que si se repetían sus inductores, se repetiría, no por una condena como la que agobiaba a Schopenhauer cuando afirmaba que el lema de la historia debía ser «eadem, sed áliter», es decir: «lo mismo, de otra manera», sino por reiteración de conductas nocivas.

Por permanencia de malignidades.

Acaba de concluir la Semana Santa que recuerda la Pasión de Cristo. No importa si la trascendental semana transcurrió en la fecha que hoy se le asigna. Cristo murió bajo la más cruel tortura usada por los romanos, la Crucifixión, que era una muerte lenta e implacable, pero no algo inusual.

Si hoy recordamos reverentemente a Jesús de Nazaret fue por haber cumplido una misión de sacrificio personal para dejar una lección, una enseñanza, que perdurara y sirviera de muro de contención para los excesos a los cuales nos llevan ambiciones, egoísmos e impiedades. Jesús pagó sin ser deudor, sin desear más que el amor entre los humanos, sin mirar a otro reino que no fuese el de los cielos, es decir, el de una paz, sosiego y felicidad interna que no están arriba, entre nubes, sino aquí, en lo interno, en el sanctasanctórum, en lo más profundo y secreto de cada ser humano.

Vivimos incertidumbres, repito, pero es por falta de fe en un orden que estamos viendo día a día, en las estaciones climáticas, en las conductas de los organismos de cualquier tipo… también en los hechos, en lo que hacemos, generador de consecuencias.

Cuidemos los hechos para cuidar las consecuencias.

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