Acerca de justicia y cambio de ruta

Acerca de justicia y cambio de ruta

JACINTO GIMBERNARD PELLERANO
Resulta que, al fin de cuentas, todavía nos queda una pizca de capacidad de asombro y una errática chispa de indignación que apenas emite una lucesilla breve y se extingue asfixiada de desánimos y desesperanzas.

Este negocio criminal con la frontera sólo tiene de nuevo, tal vez, las técnicas de mercadeo: deportaciones masivas de haitianos para que escasee la mano de obra barata y suba la demanda de modo que los proveedores -negociantes militares y autoridades de migración bien apoyados- puedan cobrar mil pesos por cada infeliz indocumentado que dejan cruzar.

El presidente de la Comisión de Derechos Humanos, Virgilio Almánzar, ha denunciado valientemente la práctica, que se sospechaba, porque ¿quiénes sino las autoridades fronterizas están en capacidad de realizar tan nefasto negocio?.

Ni con drogas, ni con armas, ni con todo un catálogo de contrabandos monumentales, pueden actuar quienes carecen de poder. De fuerza económica y política de alto nivel.

Los militares realmente tienen una subordinación al poder civil, a la terrible fuerza de la política que, lamentablemente, es actividad encaminada al logro de fortunas que tradicionalmente montan sobre una hueca palabrería de ofertas, de las cuales pocas son factibles, como la erradicación total de la pobreza, aunque se trate apenas de la pobreza extrema.

Esa subordinación militar al gran poder político se manifiesta unas veces en «incontrolables», otras como corruptos y abusadores en cuantas formas se les permita dentro de un marco de cuantiosos beneficios compartidos, en los cuales usualmente no son ellos, los militares y funcionarios intermedios, quienes más reciben. La mayor tajada va a parar a otras manos, que también saben «enganchar» gente suya a las Fuerzas Armadas para facilitar aún más el amplio espectro de sus fechorías.

Recientes denuncias de atroces corrupciones, con nombres, apellidos y detalles, apoyados, gracias a Dios, por la prensa responsable, necesariamente deben debilitar la impunidad que es nuestro cáncer.

No tenemos la exclusividad en la proclividad a la corrupción. Es un fenómeno mundial. Pero tal parece que sí tenemos la exclusividad en derramar impunidad sobre los delincuentes de envergadura. Recientemente se están viendo cambios favorables en la justicia. Está funcionando mejor pero todavía luce tímida y apañadora.

Cabe a la Suprema Corte mantener una impestañable vigilancia y fortificar drásticamente sus exigencias a jueces y funcionarios del ramo, para que saquen de la sombra los expedientes terribles que engavetan y esconden por órdenes políticas, dadas o sugeridas, órdenes obedecidas por pusilanimidad, miedo o complicidad.

¿Qué pasa con las auditorías?

¿Qué pasa o qué pasará con las estremecedoras cifras concernientes al absurdo aeropuerto de El Higüero o La Isabela?

¿Cómo es posible que se firme un misterioso contrato para la construcción de una isla artificial frente al malecón de Santo Domingo, cuando no están realizados los estudios de factibilidad y nada menos que el Secretario de Estado del trayectorialmente decepcionante Ministerio de Medio Ambiente declara que el acuerdo firmado tiene el propósito de atraer recursos financieros «de muchos millones de dólares». Es decir: se envuelve al Gobierno Dominicano en un compromiso de autorización y «Visto Bueno» de lo que no está visto ni luce bueno.

Creo que el presidente Fernández debe cuidarse de quienes lo entusiasman con los megaproyectos. Sé que él quisiera transformar el país y convertirlo en una Nueva York chiquito, tal vez en un Miami chiquito, en un paraíso que asombre a inmensas multitudes de turistas. También yo querría tal cosa…pero después de que alcancemos posesiones propias de la modernidad o más bien de la premodernidad, que es donde verdaderamente con encontramos, a pesar de las computadoras y el Internet que son herramientas comunes de grupos definibles y que se tratan de masificar entre muchedumbres hambreadas e iletradas.

La intención es noble, pero ha de tenerse en cuenta que primero va lo primero.

El formidable megaproyecto en que debe volcarse frenéticamente el Presidente es en la elevación del nivel de vida de los niveles bajo y medio de la Nación. Se trata de acceso a la adecuada alimentación y a las medicinas, al adecentamiento mínimo de la vida, a la buena elección y dignificación de los maestros desde la primera enseñanza, que es la base.

Luego se puede hablar de otra cosa.

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