Recientemente, un cantante dominicano de la denominada música urbana fue apuñaleado al salir de un bar en España, luego de sostener un riña con un grupo. Se cree que por causa de una mujer.
Cuando se entra a la página de ese “músico” del ritmo que algunos llaman de la calle, aparece un tema en la página de internet que se llama El Plomazo. Quien resiste escucharlo un minuto, lejos de cantar, lo que menciona es que haya sangre, y ofrece dar un plomazo. Y como le dijo Jesús a Pedro cuando le llegó el momento de ser crucificado: -Guarda tu espada en su lugar. Porque todos los que pelean con la espada, también a espada morirán. (Mateo 26:52).
Resulta que el dembow es un estilo musical originario de la República Dominicana que se desarrolló hacia mediados de la década de 1990.
Resalta el consumo de drogas, la violencia grupal y pandillera. Las letras de ese ritmo incitan a la lascivia, al odio, al pleito, al abuso del sexo y a la orgía sexual. Promueven los valores negativos, como la brujería, la santería, el machismo, el adulterio y otros valores que corrompen la familia. Cerca de más de 20 conocidos representantes de ese género sostuvieron un desayuno con un director de otro periódico matutino. Se trató de que se firmara un acuerdo dirigido a cambiar o mejorar las letras de las canciones de la llamada música urbana. Y el acuerdo se hizo. Pero dudo que la firma de ese documento realice un cambio en la letra y en la cultura de la música urbana.
El dembow o la llamada música urbana recoge la expresión social de aquellas personas que han sido marginadas, que han recibido maltrato o algún rechazo familiar o social. Han heredado algún espíritu ancestral de violencia intrafamiliar. Se cosecha lo que se siembra. Muchos tienen un vacío en su alma o una profunda ausencia de Dios en su corazón.
Hay varios merengueros y representantes de ese género musical que han sido sometidos a la justicia y hasta encarcelados más de una vez por conflictos y violencia de género y auspiciar conflictos en la vía pública.
El dembow recoge la rebeldía, la insatisfacción y el descontento de un grupo importante de la sociedad. Que no ha tenido el amor ni el temor de Dios. Que sus sentidos han sido extraviados. Y necesitan arrepentimiento. Aunque algunos mencionan a Dios diciendo que Dios le dijo. Pero el Dios verdadero, el Hijo de Dios, conocido como Jesucristo, y el Espíritu Santo, no incita a la violencia, ni al consumo de drogas ni a la lascivia. Eso lo hace el príncipe de la tiniebla. A decir verdad, el cambio de letra y contenido de la música urbana será posible cuando en verdad se busque de Jesucristo y haya un cambio en el corazón de esos jóvenes y de quienes le siguen. Porque de la abundancia del corazón habla la boca. (Mateo 12:34).