Acerca de médicos, caos y desinformaciones

Acerca de médicos, caos y desinformaciones

He insistido en el tema del movimiento. Todo se mueve, en una dirección o en otra: con dificultad hacia ascensos y virtudes humanas y con resbaladiza facilidad hacia los descensos malignos. Es que resulta más cómodo descender que ascender. Ser generoso y humanitario cuesta más que ser indiferente ante el dolor ajeno, aferrándose a la consigna de “yo primero, después yo, y lo que reste para mí”, consigna que no hace mucho escuchamos entre otras insensateces de  uno que otro “dirigente” político.

No me cabe duda que los médicos al servicio del Estado reciben salarios miseriosos y no se explica uno cómo es posible que las facultades médicas de nuestras universidades se encuentren abigarradas de  estudiantes de una ciencia de la cual no se puede vivir decentemente ni ser eficientemente útil.

Pero no se trata de nada nuevo, aunque sí reiterativo. Hace pocos días, debido a dolorosas circunstancias en mi familia, me ví obligado a visitar e inspeccionar varios hospitales públicos, es decir, destinados a servir a la población que paga impuestos para que se utilicen con justicia esos recursos y se atiendan debidamente las necesidades primarias  de los ciudadanos. Encontré algunos pulcros pasillos y áreas cubiertas de cerámica –tal vez italiana- y, tras  puertas, alternadas, hallé miseria,  desorden,  carencias de lo esencial, reinantes, rugientes y contristantes.

Pienso que cuando el Presidente de la República inauguró recientemente la “remodelación” del Hospital Padre Billini, estaría feliz de constatar el ambiente lujoso que allí reinaba. Pero son ficciones, como las que le presentaron a aquellos reyes franceses, ya cercano el final, cuando ellos decidieron ver con sus propios ojos el estado de su pueblo y los ministros los pasearon por calles preseleccionadas y maquilladas para que observaran las felices sonrisas de sus habitantes.

¿Se dejará engañar el Presidente Fernández? ¿Creerá  que el país funciona bien? ¿Qué hay justicia social efectiva?

Espero que esté simplemente obnubilado por lo que le informan y que despertará de un sueño inducido por pócimas o trastornadores filtros mágicos al estilo de aquel que contaba Shakespeare para “Una noche de verano” y entonces, viendo claro, enfrente los males que nos agobian.

Ciertamente, el gremio de médicos actúa mal, pero el Gobierno también, tal como si no tuviera la menor percepción del buen manejo político.

¿Sabrán los altos funcionarios el frescor y esperanzas que dejan las buenas decisiones estatales…cualquier inversión justa, un enfrentamiento correctivo de los defectuosos servicios eléctricos, acuíferos, sanitarios, viales?

Nadie quiere que el gobierno fracase y lo deje todo tan mal o peor de que lo que encontró.

Todos los que amamos nuestro país deseamos fervientemente el éxito del Dr. Fernández y su equipo. 

Anhelamos que tenga razón en hacer la cosas que hacen, que éstas redunden en progreso, y que, llegado su momento, vuelvan al poder.

Con aureolas de eficiencia y honestidad.

No hay tal antagonismo en los medios de comunicación.

Hay esperanza en rectificaciones urgentes.

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