Acerca de obediencias, disciplinas y Constitución

Acerca de obediencias, disciplinas y Constitución

Balaguer dijo que la Constitución no es más que un pedazo de papel. Pero no fue él quien inventó la frase. Me consta haber visto tal aseveración formalmente atribuida a cierto eminente político europeo del siglo 19 ó 20, cuyo nombre ahora se me escabulle entre las manos del recuerdo. Pero, a fin de cuentas ¿importa lo que diga la Constitución, o lo que digan y hagan quienes deben obedecerla?

Tenemos un caos en la obediencia.

Leyes, reglamentos y disposiciones anunciadas, no nos faltan.

Nos falta obediencia.

¿Cómo obtener disciplina cívica  y obediencia a las leyes?  Con la aplicación  sin excepciones de las regulaciones legales, sin que importen los poderosos  que siempre existirán, a las buenas o a las malas, por talento y capacidad de trabajo o por  descaros descomunales en la capacidad de robar, de estafar y mentir.

No somos,  los dominicanos, inferiores a ciudadanos de bien ordenados países. Pero sucede que las leyes, por allá, tienen más fuerza, son más respetadas, incomparablemente más castigadas sus violaciones…no voy a decir que absolutamente sin excepciones totales, pero sí con una dureza visible y comprobable.

Aquí hay que establecer el castigo, sea por destitución de funciones, por degradación civil, o mediante  prisión verdadera.

Si las reformas legales sólo resultan funcionales para proteger a los delincuentes…entonces no sirven a la Justicia.

Ni contribuyen a un ascenso del país.

Hay cosas que caminan por debajo, moviéndose cautelosamente bajo tierra, como un insecto monstruoso, letal e impercibible, que en cierto momento saca el hocico pestilente y entonces se nos planta enfrente aterrándonos con su hórrida presencia. Actualmente eso nos está sucediendo. A un escándalo le sigue otro, hasta el punto de que un programa que se transmite diariamente por radio y televisión  tiene un espacio que se titula “El escándalo de hoy” y lo trágico es que no presenta mentiras. Fácil y cómodo es alegar despectivamente: ¡Ah, eso es Marino Zapete, que es enemigo del  Gobierno y vive inventando!

Nos gustaría muchísimo que  se tratara de inventos, fantasías y distorsiones, que  Zapete fuese un caprichoso e irreverente sensacionalista. No más.

Pero no es el caso. Existe la ironía, a veces  desmesurada, pero los hechos están ahí, a la vista. Saltando de personaje, he de referirme a las excelentes caricaturas de Harold Priego en la página 2-A de  este periódico. ¿Quién no se ha preguntado lo que el personaje Eloy inquiere a un alto militar cuando le dice: “Me gustaría que usted me dé clases de contabilidad…mira que tener una villa de US$8 millones, ganando 50 mil pesos…” A lo que responde el militar: “¡Viste qué genio!”

Por supuesto que no es sólo cuestión de militares, ni son todos los militares los dueños de tales ingeniosidades.

Roberto Obando Prestol, director de Instituto de Administración Pública, ha propuesto que sean interpelados y destituidos los funcionarios públicos  que no han declarado sus bienes, en violación de la Ley. Pero se entiende que tal declaración debe ser investigada.

Entonces no se trata de Constitución cambiada o reformada.

Se trata de respeto y obediencia.

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