Acerca de supuestas unificaciones y globalizaciones

Acerca de supuestas unificaciones y globalizaciones

Es que se asombra uno con la vigencia de los supuestos intereses unificatorios, impregnados y movidos por nobles propósitos de justicia social mundial –según alegan los promotores de tal desatino.

Sadam Hussein era de repente un malvado dictador cruel con su pueblo y peligroso para el mundo. El Poder estadounidense sacó de la nada (out of the blue) que este amigo de otros tiempos poseía armas de destrucción masiva y que había que invadir Irak para impedir la permanencia de un régimen que amenazaba el bienestar mundial y la paz. Las consecuencias de la invasión han sido espantosas. Las muertes no pueden ser contadas, aún en el caso de que hubiera interés por realizar tan macabra tarea –que no lo hay.

Los invasores ahorcaron a Hussein, sacándolo de un estrecho escondite subterráneo, como una rata, por una delación familiar. ¿Ha mejorado Irak? ¿Han cesado las muertes o han aumentado aterradoramente? ¿Cuántos muchachos norteamericanos, latinos diversos y dominicanos, radicados en USA, que una vez fue tierra de justicia y oportunidades han caído víctimas de una política de voracidades y prepotencias?

Los gastos de la guerra, de todas las guerras, son astronómicos. La guerra es un negocio. Siempre lo fue y, lamentablemente, lo seguirá siendo, hasta el punto de que un grupo de eminentes científicos estudiosos de la conducta humana reunieron en un tomo sus percepciones sobre el siglo XX, dedicando un capítulo a “Posibles sucedáneos de la Guerra”, que es imposible resumir aquí. Es que la guerra ha estado siempre vigente. Siempre se ha codiciado lo ajeno y la ilusoria propuesta doctoral es que se encuentren nuevas formas de agresión que no sean letales, que resulten menos dañinas.

Hay que entender. Hay que aceptar que no podemos unificar criterios y sentires de una familia, ni siquiera de nuestra familia, de gente de un mismo origen genético, de cercanas trayectorias vivenciales, que han pasado por circunstancias muy parecidas… han recibido igual trato e iguales ejemplos –buenos o malos- y resultan ser tremendamente diferentes. Opuestos en criterios e intereses, en valoraciones y consecuencias de las mismas. ¿Qué es lo que importa? ¿Qué es lo válido?

El humano, el individuo, la responsabilidad personal.

He mantenido muchas dudas acerca de las bondades de la llamada Globalización, que es, al fin de cuentas, una consecuencia, no siempre buena, de los vertiginosos logros de la tecnología comunicacional.

¿Qué se pretende: un mundo unipensante?

¿Queremos imponer que todo el mundo crea en Cristo, o en Alá o en Buda, o en que Marx tenía razón?

El más grande misterio de la naturaleza es su variedad. No hay unicidad.

Una política honesta, no puede pretender más que aminorar la pobreza extrema, nunca erradicarla, sino alcanzar la implementación de una justicia social efectiva que cuide el límite inferior de la dignidad. Los poderosos y exitosos sólo requieren de controles contra la ambición desmesurada. En el fondo es defenderlos de ellos mismos, de su absurdo desatino.

Pero la Globalización, como se pretende o se simula, es un disparate.

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