Acerca de una responsabilidad generacional y el caso haitiano

Acerca de una responsabilidad generacional y el caso haitiano

Afirma Ortega y Gasset, el eminente escritor y filósofo español quien describió su pensamiento como “filosofía de la razón vital”, que “Si cada generación consiste en una peculiar sensibilidad, en un repertorio orgánico de íntimas propensiones, quiere decirse que cada generación tiene su vocación propia, su histórica misión”(…) y “su deserción del puesto histórico no se comete impunemente. La generación delincuente se arrastra en perpetuo desacuerdo consigo misma, vitalmente fracasada” (El Tema de Nuestro  Tiempo. 12da. Ed.)

    ¿Qué le corresponde a nuestras actuales generaciones vigentes? ¿Dejarse arrastrar dócilmente por la corriente, “gently down the stream” como aconseja aquella infantil cancioncilla británica o -permaneciendo en pensamientos ingleses- tomar las palabras de Hamlet en su famoso monólogo y, pasando sobre sus interrogantes,  hacerle frente a un mar de problemas y, oponiéndose a ellos, acabarlos. “To take arms against a sea of problems  and, by opposing, end them?)

No es que pretenda que los problemas, por el hecho de ser enfrentados, finalicen, pero sí estoy seguro de que disminuyen, de que pueden ser readecuados, puestos en justo lugar. Ahora pienso en el caso haitiano. Toca a las generaciones actuales enfrentar el “mar de problemas” que suscita esa presencia de otra nación, de otra cultura, de otro origen  y otros hábitos tradicionalmente africanos en esta isla llamada Española o Hispaniola, anteriormente llamada Quisqueya y Haití por los indígenas anteriores al Descubrimiento de un Nuevo Mundo.

   Fue el descuido por las costas  del norte y oeste y el abandono de la Isla Tortuga por parte de España -que tenía  los ojos puestos en las riquezas de Tierra Firme- y las  devastaciones realizadas  por el gobernador español Antonio Osorio en 1605 y 1606  lo que propició la fuerte presencia no española en nuestra isla. Por 1677, los establecimientos franceses en Santo Domingo eran ocho,  según las memorias escritas por el señor Bellinzani: Samaná entre otras zonas.

   En 1678 se firma la Paz de Nimega entre España y Francia. Dos años después se fija la primera frontera entre la zona española y la francesa, marcada por el río Rebouc (Vicente Tolentino Rojas: Historia de la División Territorial).

    Ya formado Haití,  las invasiones siempre se produjeron de allá hacia acá. Con distintas modalidades complejas, aún se producen. Y se comprenden: Nuestras escaseces son mucho menores a la extrema miseria que los vecinos sufren sin que sus gobernantes, de ayer y de hoy, hagan lo que debería realizar un buen gobierno: aprovechar su suelo y sus habilidades creativas para producir recursos conducentes a una mejor vida para sus ciudadanos.

    La idea de que se elimine la frontera entre los dos países no es nueva. Se trata  de un viejo sueño que fue realidad.  Que tal cosa pueda materializarse, lo dudo, pero ha de tenerse en cuenta que Haití posee una muy firme compacticidad racial y patriótica que  puede afectar la dominicanidad.

   Una generación es una variedad humana (ya lo decía Ortega), y le temo a los descuidos y los hedonismos laxos de nuestras generaciones.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas