Acerca de vecinos y consecuencias

Acerca de vecinos y consecuencias

 No vamos a ser hipócritas.   Aunque nos apena y atribula la realidad misérrima y caótica de Haití,   la verdad es que  los vecinos haitianos son una espina, no por referencia histórica a sus invasiones del siglo 19,  a sus concepciones de que esta isla es “una e indivisible” criterio   constitucionalmente establecido.

    Tenemos que reconocer que si nuestros compañeros de isla fuesen ricos, educados, blancos y proveedores de bienestar, no habría problema. La supremacía caucásica, radica en su tradicional fuerza de logros.  En lo que han obtenido y legado mediante un sistemático uso del pensamiento y la acción vigorosa, movidos  por una ambición de obtención de cosas, materiales o mentales, que  no movieron a las grandes masas tribales africanas a intentar saltar sobre las limitaciones del conocimiento necesario para la subsistencia.

       Si bien la persecución  de conocimientos ha generado beneficios indiscutibles, también ha generado grandes perjuicios. Digamos, de un lado la elaboración de vacunas evitadoras de epidemias, las sorprendentes intervenciones quirúrgicas, pero también  lo opuesto a estos grandes beneficios, es decir,  ciertos experimentos químicos y físicos de la Era Nuclear que han resultado  fatales para la humanidad, aunque el silencio cómplice y cobarde no reconozca sus malignos y dramáticos resultados.

   ¡Somos tan  volubles y manejables!  Hoy, en Estados Unidos de Norteamérica y en el mundo, no es lo mismo ser negro o mulato o “latino” que antes de ganar la presidencia de ese gran país Barack Obama, quien ha declarado que a menudo lo habían confundido con un dominicano.  Pasó de ser “negro” a “medio blanco”, como somos la mayoría de los dominicanos, por no hablar de nadie más.

   Los dominicanos, excepto una minúscula porción insignificante, no despreciamos ni menospreciamos a los negros. Sobradas pruebas tenemos de su valor,  su inteligencia, sus capacidades y su patriotismo, desde el arribo de los primeros esclavos africanos que fueron traídos a esta Isla Española. La historia dominicana descansa en el heroísmo de los “criollos”, de los mulatos de todas las tonalidades de piel y todas las características físicas resultante de una estrecha mezcla de razas. Poquísimos son los dominicanos que no “tienen el negro detrás de la oreja”.

   Pero somos distintos a los haitianos, tal como los haitianos son distintos a nosotros.

   ¿Por qué? Debido a una trayectoria cultural radicalmente opuesta, debido a una opresión horrendamente cruel, que ha ido recibiendo modificaciones realmente superficiales. El pueblo haitiano ha sido y es víctima de la inhumanidad despiadada de sus gobernantes, de fuera o de dentro, llámense presidentes, reyes, emperadores o dictadores “a vie“.  En verdad a los dominicanos nos duele Haití, pero no podemos hacer más de lo que hacemos.   Que es mucho, considerando nuestras posibilidades.

   ¿Qué procede? Poner las cosas en claro. Controlar severamente el paso por la frontera, mediante estricta obediencia a las disposiciones legales de inmigración, castigando además a las autoridades que las violen, directa o indirectamente, de cerca o de lejos.    Que negocien en otra cosa.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas