Acerca del despiste político contemporáneo

Acerca del despiste político contemporáneo

En la página tres del diario “Arriba”, correspondiente al 12 de febrero de 1967, apareció un artículo de Jesús Suevos bajo el título “Desconcierto general” aludiendo al despiste político contemporáneo, transcrito por Evaristo Acevedo en su obra “Cartas a los celtíberos esposados”. Pensando yo en el agudo buen humor de don Evaristo, pensaba que lo de “esposados” se refería a  los casados, a los que tenían esposas.

   No era así. Se trata de una obra rigurosamente documentada y escrita con una valiente honestidad que, no obstante, no está vestida de pesadas solemnidades académicas (que a menudo esconden lagunas de sindéresis y clara visión dentro de una envoltura de rebuscada palabrería). Lo de don Evaristo es algo como lo que sucede con el italiano Indro Montanelli, cuando en sus obras Historia de Roma e Historia de los griegos, desmitifica lo desmitificable y organiza los hechos con desenfadada simplicidad, facilitando un entendimiento de los sucesos acaecidos a partir de las fuentes más respetadas.

   Dice Jesús Suevos: “El mundo que se está configurando necesita nuevos planteamientos, nuevas modalidades, nuevas perspectivas: una rotunda originalidad. Liberalismo, comunismo, fascismo, han sido fórmulas muy importantes que han roto moldes viejos, pero se han enriquecido a su vez. Su paso por la Historia no ha sido inútil, pero sería inútil intentar resucitarlos. Permanecerá de todos ellos lo que tenían de inevitable y eficiente, resultado de la ganga anecdótica, pero lo puramente retórico, lo inhumano, lo superfluo, lo superficial, no pueden volver. Si queremos que cese de una vez el desconcierto general que soportamos, será preciso que alguien se atreva a mirar al mundo cara a cara, y que se atreva a decirle la verdad con muy recias voces originales.”

    Se ha dicho que es preciso sustituir la ideología por la técnica, pero  es solución falsa e inoperante, pues el humano necesita una mística que lo galvanice y  la tecnocracia deja sin fiscalización a los grupos que detentan el poder.

      Acevedo propone  que el mundo del futuro  no puede forjarse a base de la sociedad de consumo, en la cual desaparece la dignidad humana y el libre albedrío, debido al lavado de cerebros resultado de las técnicas publicitarias.

   En realidad la sociedad de consumo ahoga a los pueblos. La gente está conminada a consumir o a ser –de lo contrario- escoria humana. Basura. Un insecto despreciable entre “la gente”.

¿Hasta dónde llegan los efectos del consumismo?  Pues llegan al menosprecio  hacia quienes carecen de visible abundancia económica. Nadie está a   salvo. Entonces ¿hemos avanzado o retrocedido, o estamos condenados hacia el futuro que ofrecen estos versos del sevillano universal Antonio Machado en sus “Campos de Castilla” (1912)?:

“Tras estos tiempos vendrán /  otros tiempos y otros y otros,/ y lo mismo que nosotros,/ otros se jorobarán”. 

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