Acerca del disco compacto

Acerca del disco compacto

POR ALEXIS MÉNDEZ
Una mañana de 1982, un grupo de compañeros conversábamos sobre temas diversos, en un aula del liceo experimental de la UNPHU. Uno de ellos, Daniel Roca, hizo alusión a un tocadiscos que había comprado su padre. El aparato, según explicaba, era súper moderno. Tenía la particularidad de tocar unos discos pequeños, más de lo común, y en vez de aguja usaba una luz láser que reproducía la música.

Todos nos echamos a reír, ridiculizando a Roca y calificándolo de mentiroso, con epítetos que iban desde “Lengua larga” hasta “Jablador”.

Años después, y con un enorme cargo de conciencia a cuesta, tuvimos que retractarnos ante los insultos que volcamos hacia nuestro compañero. El muchacho se refería a la novedad tecnológica que había revolucionado el mundo. Hablaba de ese círculo que tiene la misma proporción del disco de acetato, pero reducido a 20 centímetros de diámetro. Un material que se presentaba plateado, y que ha sido capaz de almacenar, además de sonido, cualquier información de video y data. No sabía que por aquella luz láser que mencionaba puede viajar información de audio y cómputos, dando mejor resultados en la recepción. Desconocía lo que hablaba, sin embargo tenía razón. Se refería a un tocador de discos compactos.

Ese disco compacto, por el cual Roca fue centro de la burla de todos, se convirtió en realidad del mercado doméstico en el año 1986. Un año más tarde se vendieron por primera vez en el mundo más CDs que LPs. Los primeros traían, en el interior de la portada, unas especificaciones enseñando a utilizarlos. Esta decía, entre otras cosas: “El lado que contiene la señal de lectura es el contrario al que contiene la etiqueta del papel. Aunque es más resistente que el disco convencional, debe evitar arañazos sobre la superficie que contiene la señal, y manténgala limpia, libre de polvo, suciedad y huellas”.

En nuestro país comenzó la fiebre en 1993. Ante la nueva invención, algunos melómanos, como mi tío Wilfredo, se apresuraron a votar todos sus LPs. Esta decisión fue un error, porque al día de hoy, apenas se ha editado, en CD, el 40% de toda la música que se ha grabado desde que se inventó el fonógrafo hasta 1987.

Para ese entonces los LPs, dejaron de cotizarse hasta en RD$ 90.00, y fueron a exhibirse en las aceras de la avenida Mella vendiéndose a no más de RD$ 15.00. Pasaron a ser elementos de colección y nostalgia.

En 1998, las más importantes multinacionales del disco se interesaron en esta plaza. Algunas buscaron distribuidores y otras se establecieron directamente. Aquel mercado potencial que visualizaban fue frenado por la piratería, tanto que en el 2001, todas se habían marchado.

No obstante, el disco compacto que nos mencionó por primera vez Daniel Roca, sigue siendo el rey, aquí y en todas partes, aunque la tolerancia de su creación lo haya llevado a ser cómplices del delito. Y es que ahora se presenta virgen para luego pasar por un orgasmo ilegal que ha destruido la industria discográfica (las copias), y que amenaza con desaparecerla.

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