Acerca del Museo de Historia Natural

Acerca del Museo de Historia Natural

POR JULIÁN A. DE LA ROSA Y GUZMÁN
En el Museo no se han detectado microorganismos inmanejables, ni resistencias microbianas a los desinfectantes comunes; así que, decir sobre este asunto, «ellos (los microorganismos) se han hecho residente a los débiles tratamientos de fumigación que existen localmente» es aventurado. Si a partir de ese y otros dislates hiciésemos una campaña nacional Centromidca, los resultados serían los del Museo, entonces la creatividad para hacer ciencia ficción tendría oportunidades aún más alarmantes.

Se podría novelar la demolición e incineración de tantísimos inmuebles como para tener que aislar la ciudadanía en naves especiales, buscando prevenir que: «un enjambre de bacterias surjan de sus instalaciones para atacar con ferocidad a los que se atreven (sic) andar por sus alrededores». Nada de esto es cierto, el Museo se desinfectará y se abrirá al público en breve.

La flora y fauna microbiana reportada para el Museo (CENTROMIDCA 2000-2004) ha sido: Aspergillus Níger, A. flavus, A. Fumigatus, A. vesicolors, Phialospora sp., Nicrospora sp., Mucur sp., Seudomona mallei, Seudomona aeromona, Seudomona aeroginosa, Estroptomices coelicolors, Rhysopus sp. Los favores de crecimiento fueron: HR 42-72%; T.26-35Cº, exceso de substratos (basuras) y polvo.

Desafortunadamente, los resultados desde estas placas de asentamiento no son volumétricos, están influidos por la turbulencia atmosférica y favorecen la recogida de esporas grandes (pesadas), grupos de esporas o células. Hubiese sido preferible utilizar un muestreador volumétrico, para valorizar cualidades y calidades del aire dentro de las Normas y Dierectrices de rigor: la flora interior ha de mantenerse cuantitativamente inferior pero cualitativamente similar a la exterior; especies interiores que no aparecen en el exterior indican cultivos inferiores; los patógenos (como A. fumigatus) no deben alcanzar valores de patogenicidad; los mohos tóxicos Stachybostrys y A. versicolors requieren acciones inmediatas; valores sobre 50 unidades de formación de colonias por metro cúbico (UFC/m3) indican PELIGRO, cuando una sola especie de hongo aparece en el interior hasta 150 UFC/m3 es aceptable, si las especies en la vegetación exterior son mayoría en lo interior se aceptan hasta 500 UFC/m3 (Nothanson 1993).

De la última flora: Aspergillus, Rhysopus, Mucur, Phialospora y Penicilum, dependiendo de las UFC/m3 en el aire y en el polvo, Aspergillus, Mucor, Penicillum, y Thysopus, pueden causar rinitis o asma; Aspergillus dermatitis alérgica; Mucor sp y Penicillum sp alveolitis alérgica extrínseca. Los niveles intermedios, en la «categoría de contaminación activa» son <500 UFC en polvo y <20,000 UFC/m3 en aire; los muy altos >2000 UFCm 3 en polvo y >120000 UFCm3 en aire. (Flannigan. B. 1992; Wanner y cols. 1993)»

Desde luego, no podemos acudir a estas referencias para concluir sobre el Museo. Los valores en los reportes no las «plotean», no señalan «categorías de contaminación ni dicen de la calidad del aire exterior. Lógicamente, frente a la ocurrencia de afecciones típicas procede la evaluación del historial médico. De las licencias médicas vistas (1993-2004), el 13.3% resultan útiles para averiguar de etiologías micóticas, bacterianas, virales y alérgicas. Afecciones que, cuando las condiciones les son favorables en cualquier lugar suelen ocurrir: «estos síntomas (los episodios de dolor y sensación de opresión precordial en el paciente. JARG) no presentaban un factor etiológico específico aunque se presentaban con mayor regularidad cuando se exponía a inhalantes ambientales fuertes como era el caso de su lugar de trabajo en el edificio de Museo de Historia Natural» (Giraldes Casasnovas, Record 12747; 11/8/2003). Es importante comentar de la delicada condición de salud del Sr. Director del Museo, Dr. Luna Calderón. A mi juicio profesional, resultaría sano averiguar la relación de esa patología con las cualidades del aire en los diferentes ambientes donde el arqueólogo se desempeñó, hasta cuando contrajo la enfermedad. Si las causas fueran microbios en el historial del museo, y/o la enfermedad se contrajo en el inmueble, habría razón para sospechar la contaminación in situ. Sería, pues, de rigor indagar y despejar cualquier duda al respecto. De todas formas, lo conocido manda la corrección de las deficiencias: humedad, temperatura, substratos y mantenimiento: El detonante fue desactivar el aire acondicionado durante más de un año.

El Museo podría reabrirse prontamente, la situación no es para saqueo. Dios mediante, abrirá inmediatamente después que los prerrequisitos para la desinfección final, inocua, se hayan alcanzado: la limpieza y orden, en proceso; la impermeabilización, a prueba; la climatización, diligenciándose. Reabrirá tan pronto como la Dirección asuma, por primera vez en la existencia del Museo, el mantenimiento y monitoreo de la calidad ambiental requerida por las instituciones biológicas.

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