José Armando Bermúdez Pippa, el distinguido y querido industrial y propulsor cultural Poppy, procedió a aclararme mediante gratísima carta, algunos puntos que confieso ignoraba en relación al rol conservacionista que demostró su abuelo, José Armando Bermúdez Rochet.
Esos juicios fueron externados por el suscrito en mi entrega a Hoy del 23 de febrero último, sugiriendo que el parque José Armando Bermúdez debiera llamarse Juan Bautista Pérez Rancier, cuyo nombre egregio ostenta una reserva adjunta al Pico Duarte llamada El Cacique.
Poppy Bermúdez pondera y describe cómo su abuelo Papá Mando era estricto cuando ordenaba una tala de pinos, exigiendo tener un grosor de ocho pulgadas de cara y cortado en la fase lunar propicia para que resultara inmune al comején.
Consigna cómo su abuelo, sin que ninguna ley se lo exigiese, y es su referencia luminosa, porque emanaba de su conciencia ecológica, lo condujo a enseñar principios conservacionistas a los serranos y a sus descendientes, que guardó su hijo Víctor Manuel (Tontón), cuando estableció un aserradero en Pinar Bonito, Constanza, en 1950, que mi extinto padre le ayudó construir.
Poppy Bermúdez siguió las directrices ecológicas de Papá Mando, fomentando una reserva forestal en el Mogote de Villa Trina.
La aclaración de Poppy, un gran ser humano, es propicia para que el titular de Medio Ambiente, Jaime David Fernández Mirabal, lo designe administrador honorífico del parque José Armando Bermúdez, como hizo con Frank Rainieri, Manuel Estrella y la señora Bonetti de Santana.
Fernández Mirabal debe crear una comisión honorífica que restaure el ex río Yaque del Norte integrada por los industriales que polucionaron el afluente degradándolo a cloaca nauseabunda donde se extinguió la vida ictícola.