Acomódense que esto sigue

Acomódense que esto sigue

Horacio

Los avances tecnológicos, orientados cada vez más a que pueda vivirse sin salir de casa, profetizan pandemias en sucesión. La ciencia, a conciencia o no, se adelanta a los tiempos coincidiendo con eminencias médicas que dan por seguras futuras y complicadas multiplicaciones virales sobre el mundo. A la vanguardia de esfuerzos por privar a los humanos de movimientos fuera de sus habitaciones están los bancos comerciales.

Con mandatos de voz de intención virtual lanzados «on line» todos podemos dirigir nuestro dinero hacia cualquiera de los cuatro puntos cardinales para sufragar cada acto de la vida y desde ellos recibir los valores que otros dispongan para nosotros. Las muchas papeletas de circulación impulcra por cambiar tanto de manos, ya no son imprescindibles para hartarse de los mejores platos poniendo los fundillos en restaurantes de lujo.

Los «deliveys» de nuestra culpas suportan que los despachemos a tarjetazos limpios y hasta las operaciones que antes eran complejas para mover de un sitio a otro una liquidez que ya no moja, por ser puramente simbólica, pueden hacerse prescindiendo del contacto del plástico.

Claves o códigos de efectos fantásticos conceden una condición abstracta a los fajos de billetes.

Ellos parecen condenados a enmohecer en bóvedas. Unos viajes imaginarios sustituyen en las relaciones mercantiles su presencia contante y sonante, Estas dos palabras se encaminan a desaparecer de circulación aunque probablemente al inmovilizado dinero les seguirán llamando «circulante».

Ya no se puede hablar de personas que aman el papel moneda como arquetipos de codicia. El enriquecimiento puede ser mayor sin tocar las papeletas. Lo que cualquier millonario moderno guarda en su cerebro, en la memoria de su móvil o en toscas libretitas retro, ya vale más que su rúbrica. Las únicas que lo desvelarían son las contraseñas que le permiten un permanente y confortable acojinado mientras sus participaciones accionarias crecen.

El GPS le permiten saber en cada momento dónde están las unidades empresariales de sus flotas de vehículos, barcos y aviones. Bill Gates se desayuna seguramente viendo en monitores de su amplio comedor el número serial de cada equipo de su manufactura que se vende en el mundo.

El extendido uso de videocámaras está al servicio de cualquier individuo de la raza humana que quiera estar al tanto de cada cosa que se mueve, terrenal o aéreamente, en sus dominios. Si sale a pasear un rato despegándose del acolchado sillón vibrador que usa para no enfermarse por inercia , ningún rincón de su residencia queda necesariamente fuera de sus retinas.

Con su portable equipo de última generación escudriñaría, mientras realiza unos poquísimos ejercicios, las acciones y facciones del personas doméstico. Sabría de sus disgustos o satisfacción con las pagas que reciben por trabajar.

Los chips ponen a las esposas de los potentados, y hasta de cualquier hijo de vecino porque resultan baratos, en permanente conocimiento de su posición en cualquier lugar. No hay compra desmesurada en desmedro de los haberes matrimoniales, ni extraña jugada conyugal, que escape a contrapartes masculinas que solo necesitarían un chaise-longue a orilla de la piscina para estar «presentes» en todas partes sin mover un pie. El caminar tiene poco futuro.

Aquí mismo, los toques de queda tienen toda la posibilidad de apoderarse de nuestras vidas para siempre jamás.

El teletrabajo es lo más fantástico. No solo hace suprimir lo presencial para ganarse la vida. También evita moverse para recibir los pagos del empleador. Ya podemos comer, comprar, contratar, ahorrar y reunirnos por Zoom con toda la familia y los amigos sin exponernos a los tráfagos urbanos.

Y la inseminación artificial hace tiempo que permite prescindir de unos estrechísimos contactos físicos que antes eran tan imprescindibles para la procreación. Solo los efectos colaterales placenteros de las uniones carnales garantizan su permanente actualidad entre los homínidos que no podrían confiar demasiado en las probetas para evitar su extinción en el planeta.

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