Acontecimiento insólito

Acontecimiento insólito

El mundo –y no únicamente la población de la ciudad de Washington- asiste a insólitas actividades. Los corrillos se entretienen con lo que a no dudarlo, es un suceso. En los medios hablaremos de ello durante varios días. Y aunque el acontecimiento era de esperarse, prevalece el asombro. Mañana, martes 20 de enero, toma posesión Barack Obama. Las autoridades locales esperan alrededor de un millón de visitantes en aquella ciudad. En departamentos cercanos a las avenidas Constitución y Pensilvania se han alquilado ventanas por más de veinte mil dólares el vistazo.

La capital federal de los Estados Unidos de Norteamérica se encuentra de fiesta. Esperemos que con este espíritu permanezca en los años por venir, y que los aciertos mantengan la llamativa imagen de Obama. Porque ha sido su imagen –una combinación de elocuencia, simpatía y seductora figura- lo que atrajo al electorado. Los zorros de la política –demócratas y no demócratas-, hastiados de George W. Bush, hicieron el resto. Comprendieron éstos que en aquél habían encontrado un diamante de las arenas kenianas, y decidieron pulirlo.

¡Pulido está! Obama no es un mulato tradicional de raíces estrictamente estadounidenses. Por consiguiente no es el negro “afroamericano” que intentaron presentar sus adversarios al electorado. Tampoco es negro en el estricto sentido de la expresión. Por sus raíces genealógicas, es mulato. Para burlarse de sus agresores racistas él prefirió llamarse en un instante determinado como un individuo de raza indefinida. Y para compararse con la mascota canina que es costumbre que los hijos menores de los mandatarios lleven a la Casa Blanca, se llamó realengo. Stray dog, se denominó a sí mismo.

No fue perversa su autodefinición. Es hombre superior que aprendió a reírse a mandíbula batiente. Y aprendió que en un mundo como el de la tierra de su madre blanca, conviene reírse de sí mismo. Refleja por consiguiente, talante vasto como para enfrentar las dificultades con tranquilo estoicismo. La selección del equipo humano que lo acompaña en las riendas del gobierno muestra ese espíritu.

Olvidó los denuestos del equipo de Hillary Clinton.  Premió en ella a una mujer de temple de marido de virilidad descocada aunque, y tal vez por ello, popular. Esa designación es complementada con la cena que se ofrece en la noche de este lunes a su contrincante republicano John McCain. Su Vicepresidente Joe Biden, el ex secretario de Estado Collin Powell y McCain son homenajeados por su espíritu de servicio sin fanatismos partidarios.

Después de los absurdos desastres de Bush hijo, este panorama desdibujado tan sinópticamente ofrece motivos para esperar un buen gobierno. Porque él mismo es un insólito Presidente mulato en una nación a la que le ha dado brega desprenderse del racismo.  

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