Acoso sexual en las aulas ¿Esperaremos otro caso para tomar acción?

Acoso sexual en las aulas ¿Esperaremos otro caso para tomar acción?

Elisa Elena González

Todos estamos absortos, despertando de una pesadilla que cada vez que se repite es más dura, más cruel, más inhumana. Ante nuestros ojos muere otra adolescente a manos de un adulto que por el rol que desempeñaba, ha debido ser garante de su integridad física y emocional. ¿Lo lamentable? que no es el primer caso que enfrentamos como sociedad y que afecta al seno del sistema educativo.

El MINERD suspendió – en los últimos 14 meses- a 18 docentes por denuncias de acoso sexual en contra de sus estudiantes dentro y fuera del aula. Todos los casos tienen aspectos comunes: La escuela y a partir de la confianza obtenida en ese espacio transcienden hacia lo íntimo del hogar; figuras de autoridad transgrediendo los límites – en muchas ocasiones con total impunidad-; niñas, niños y adolescentes en el desarrollo de sus personalidades con escasa educación sexual integral (ESI), sobreviviendo en una sociedad que la sataniza; una sociedad que prefiere no hacerse cargo de la responsabilidad compartida de educar en ESI y de fiscalizar de manera adecuada procesos, recursos, personas.  En resumen, niñas y niños sobreviviendo en un Estado que no garantiza la integridad física y niñas, adolescentes, que se convierten en responsables únicas de su destino.

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Como gestores y lideres educativos estamos llamados a ser vigilantes y garantes del interés superior de las niñas, niños y adolescentes; debemos cuidarles, dar la voz de alerta y activar el sistema de protección. Como sociedad tenemos el desafío de que el caso de Esmeralda Richiez no sea una noticia que quede sepultada entre miles; todo lo contrario, debe convertirse en el motor que necesita el Consejo Nacional de Niños, Niñas y Adolescentes -del cual el MINERD es parte-, para crear una política de prevención, detección y atención del acoso y el abuso sexual a ser implementado en todas las escuelas del país.

Ingresar y mantenerse laborando al interior de nuestras escuelas debería conllevar procesos con alto estándares y solidos criterios de selección y permanencia. Directivos, docentes, orientadores, psicólogos, personal administrativo y de apoyo, todos deberíamos pasar por filtros, evaluaciones y pericias de manera constante. Lograr mantenernos dentro “del deber ser” es una tarea diaria, un gran logro, un premio a nuestra idoneidad.

En nuestra región y localmente contamos con experiencias en la implementación de políticas sobre acoso sexual en instituciones educativas. El Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC) tiene una política y un modelo de abordaje establecido para toda su comunidad académica (estudiantes, docentes y colaboradores), una buena práctica de la que podemos aprender y replicar al interior de nuestro sistema.

Nuestras escuelas y los equipos de gestión merecen contar con estrategias y pautas claras para desencadenar los protocolos necesarios ante potenciales situaciones de acoso sexual, pero sobre todo abordar estrategias de prevención y detección de factores de riesgo.

Que la vida de Esmeralda nos sirva para reflexionar y accionar en forma comprometida, impostergable e incorruptible. Que no se quede entre tantos titulares que indignan, pero no son asumidos como palancas para accionar cambios y transformaciones que ya no pueden esperar. Todas son nuestras niñas y si falta una, faltan todas.

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