Actitud irracional

Actitud irracional

Los gremios que sustentan la huelga en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, al rechazar las reivindicaciones que les ha ofrecido el Gobierno, han dado su segunda gran muestra de irracionalidad. La primera fue, precisamente, paralizar las labores en perjuicio de al menos 160,000 estudiantes.

El rechazo de la propuesta oficial indica que estos gremios pretenderían que el  Gobierno deshaga el Presupuesto de Ingresos y Ley de Gastos Públicos para transferir recursos hacia el capítulo de nómina de la UASD, y satisfacer así la demanda salarial.

Además, la posición de estos gremios es un desplante, no sólo para el Gobierno, que ha hecho una oferta razonable, sino para todo el que les ha llamado a deponer la medida de fuerza y a continuar luchando por sus reivindicaciones a través del diálogo; para todo aquel que percibe que es irracional e injustificable el perjuicio que se está ocasionando.

Tal es la irracionalidad que caracteriza la actitud de los gremios, que en su afán por arrancarle más recursos a la UASD recurren a un método cuyos primeros efectos ahondan el déficit financiero que arrastra la academia y le provocan pérdidas económicas cuantiosas.

Es difícil entender cómo se ha decidido mantener una huelga que tiene en contra a todo el que, en otras circunstancias, podría entender la justeza de las aspiraciones de mejores condiciones salariales de profesores y empleados.

La Federación de Estudiantes Dominicanos (FED) ha llamado a los estudiantes a acudir a clases a partir del lunes. Ha convocado a monitores y estudiantes meritorios para que asuman funciones de profesores. Será una prueba crucial para quienes tratan de mantener la huelga caiga quien caiga y para las propias autoridades universitarias, que se verían en la disyuntiva de tener que validar el ejercicio docente no formal ante el abandono del deber por parte de los profesores. Hay que rectificar esta actitud irracional.

Comedimiento 

Siempre hemos abogado porque quienes salen hacia playas, balnearios y montañas a disfrutar el asueto de Semana Santa hagan quedar mal a los equipos de socorro. Que el comportamiento de los vacacionistas sea tan comedido, que no haya que acarrear  heridos, intoxicados o víctimas de accidentes viales y otros percances.

La Semana Santa es propicia para la meditación, para pasarla en familia en el lugar que a cada uno se le antoje. La única condición debería ser que predomine la sobriedad y que el disfrute se logre de la manera más sana.

Las estadísticas han demostrado hasta la saciedad que mezclar alcohol y velocidad conduce a tragedia y dolor, que la ingesta excesiva de bebidas alcohólicas perjudica la salud física y mental sin dejar ningún beneficio.

En esa virtud, no hay nada que justifique una actitud desordenada y temeraria en carreteras, playas y balnearios. Ni siquiera lo justifica el hecho de que contamos con socorristas excelentes, esforzados y siempre dispuestos a tender una mano a quienes quieren llevarse el mundo por delante. Seamos prudentes, por nuestro propio bien.

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