Una de las tendencias que de alguna manera deberían cambiar o ser superadas por el arraigo e influencia que tienen en el país —con un poderoso influjo que arrastra a medios y comentaristas— es la marcada propensión a formular juicios definitivos, hacer inferencias o emitir simples deducciones cuando una investigación sobre un hecho delictivo está en curso o apenas acaba de ocurrir.
Esta creciente inclinación, impulsada por una especie de frenesí de pareceres y de informaciones sesgadas que en lugar de orientar, más bien tienden a distorsionar o confundir, es atizada por la insaciable demanda de las redes sociales y sus cultores y estrategas, que se han atribuido el poder de influir en la agenda informativa y servir de parámetro de lo que merece alcanzar trascendencia, prioridad y difusión en los medios que se precian de cuidadosos y respetables.
Esta reflexión es a propósito de que la investigación privada realizada en Estados Unidos por Ed Davis, excomisionado de la Policía de Boston sobre la agresión de que fue objeto el astro del béisbol de Grandes Ligas David Ortiz, no arrojó nada nuevo y coincidió con el resultado de la pesquisa hecha en el país por la Procuraduría General de la República en coordinación con la Policía Nacional.
Cuando la indagatoria de las autoridades dominicanas fue dada a conocer, estableciendo entre otros elementos que el atentado criminal no estaba dirigido contra Ortiz, aunque éste fue el blanco de los disparos en un bar próximo a la avenida Venezuela, en Santo Domingo Este, corrió de inmediato un mar de dudas, comentarios y especulaciones, sobre el supuesto y discutible argumento de que la versión oficial no era creíble o verosímil y que tenía más bien las características de un relato novelado.
Todas esas conjeturas, algunas formuladas en su momento mediante cotejos y la comparación de puntos y datos en apariencia contradictorios o que de algún modo no encajaban a la luz de cierta lógica cazurra, han quedado desmontadas por la investigación del excomisionado de policía estadounidense, dada a conocer por el propio Ortiz en una entrevista concedida en Boston a la cadena de noticias CNN y publicada en el país por el periódico El Nacional.
Tan importante como esta aclaración que despeja dudas sobre la forma en que las autoridades dominicanas efectuaron la investigación del atentado, es la afirmación de David de que a pesar de lo ocurrido no tiene miedo de viajar a su país porque entiende que no tiene aquí “ninguna clase de enemigo”.
Contrario a lo que algunos pudieron pensar en su momento de que al contratar un investigador independiente, Ortiz no confiaba en el informe dominicano, el expelotero de Los Medias Rojas de Boston dijo que en realidad contrató a Davis para indagar si había algún elemento nuevo que debía conocer.
A seguidas y como para que no quedara duda alguna al respecto, afirmó que la nueva investigación no arrojó “nada diferente a las pesquisas hechas por las autoridades dominicanas”. Con relación al cuidado que observará en el futuro sobre su seguridad personal, indicó que en lo adelante “no voy a estar allá caminando en la calle como lo hacía anteriormente, porque ahora entiendo el peligro que se corre, y eso fue lo que me pasó a mí”, en referencia a su presencia el establecimiento comercial y la forma en que acostumbraba a departir y desenvolverse en su vida cotidiana.
Este nuevo y coincidente informe tuvo como antecedente una declaración de Joe Baerlein, portavoz del expelotero, quien en una entrevista con el periódico The Boston Globe dijo que se había contratado una firma encabezada por el excomisionado de policía para investigar los detalles y circunstancias que rodearon el incidente en que resultó herido en la República Dominicana.
El informe de Davis se divulgó mientras en Quito, Ecuador, se celebraba la VII Reunión de Ministros en Materia de Seguridad Pública de las Américas (MISPA), donde la Procuraduría fue escogida para presidir el Grupo Técnico sobre Prevención de la Delincuencia, la Violencia y la Inseguridad de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en la persona de Jean Alan Rodríguez.