Particularmente entiendo que los roles y estereotipos sexuales se forjan mucho antes de la adolescencia; es por eso que considero que los niños de pre-escolar están en un período crucial.

 Durante la niñez media y tardía los chicos se asocian sobre todo en grupos del mismo género en forma sexualmente neutra. Con la llegada de la pubertad y la adolescencia, los cambios biológicos de la maduración física traen un nuevo interés por los miembros del sexo opuesto y la necesidad de integrar la sexualidad con otros aspectos de la personalidad.

Durante la adolescencia, los jóvenes comienzan a establecer relaciones en las que el sexo cumple una función central.

La identidad de género en evolución de los adolescentes produce cambios en las actitudes, los comportamientos y las relaciones. En algunos casos trágicos, los sentimientos con respecto al propio cuerpo están influidos por incidentes de abuso sexual.

Es por esto sumamente importante, considerar y explicar la sexualidad como una necesidad natural en los seres humanos, una función como tantas otras, como comer, caminar, leer o estudiar.

 Y como tal, debe ser un tema tratado con naturalidad, honestidad, cariño, y teniendo su propio espacio dentro del proceso educacional del niño, de manera que nunca deje dudas, cuestionamientos, o controversias que tergiversen el sentir y pensar de los niños, provocándoles más tarde déficit emocionales y discrepancias sexuales.

Los cambios históricos en las actitudes sociales se dejan ver con claridad en las respuestas que damos a nuestra sexualidad en desarrollo; por tanto, los cambios biológicos de la adolescencia llevan al desarrollo de la identidad sexual.

 En buena parte, los adolescentes se consideran, al igual que los adultos, de acuerdo con las normas culturales de su época. Por tanto, las costumbres y la calidad de las relaciones sexuales varían con el tiempo.

La expresión de la sexualidad, tanto masculina como femenina, depende de las normas prevalecientes y se transforma cuando éstas cambian.

El principal factor de la educación sexual es entregar al niño un conocimiento adecuado de su sexualidad y de sus propios procesos de maduración física, mental, emocional y social en relación con el sexo, con miras a su formación futura.

En segundo lugar, estimular la comprensión necesaria para que pueda manifestar su sexualidad de manera eficaz y creativamente en su actuar como amigo, novio y, finalmente, como padre. También, dar a conocer todo lo relacionado con las implicaciones de la manifestación de la sexualidad para que, eventualmente, pueda protegerse de ser utilizado y lesionado en su salud física y mental.