En el año 2018, publicamos un artículo titulado «Una crisis sistémica se avecina en China» (https://www.loquesucede.com/opiniones/opinion-una-crisis-sistemica-se-avecina-en-china-por-julio-diaz-sosa/), donde advertimos sobre el gasto en proyectos de infraestructura urbana por parte de los gobiernos locales que han provocado la crisis actual en el sector inmobiliario del país.
En mayo, el Gobierno chino anunció un paquete de medidas destinadas a frenar la caída de los precios de las viviendas, pero la reciente contracción brusca en el crecimiento del dinero y del crédito es aún más preocupante. Es posible que las últimas medidas de alivio en el sector de la vivienda tarden en surtir efecto, y también podría haber algunos problemas técnicos en las estadísticas que han exagerado la contracción del crédito.
A pesar de que algunos organismos internacionales proyectan un crecimiento de la economía china para finales de año entre el 5 % y el 6 %, existen variables que podrían ralentizar ese crecimiento a largo plazo y dañar la economía china. Por ejemplo, las ventas de viviendas se mantienen sustancialmente más bajas que los niveles profundamente deprimidos del año pasado, y las caídas en los precios de las viviendas se están acelerando en todos los ámbitos. Los índices muestran que prácticamente ninguna ciudad está experimentando aumentos de precios.
Por otro lado, no ha habido ninguna mejora en la confianza del consumidor, impulsada por expectativas desfavorables sobre el empleo y las perspectivas de ingresos. Los hogares están atrapados en un modo de severa restricción presupuestaria, un factor clave detrás de la caída del mercado inmobiliario y las débiles ventas minoristas. Esta situación ha llevado a una fuerte desaceleración en los agregados monetarios y del crédito, lo cual es un mal presagio para las perspectivas cíclicas de la economía. Según datos del Banco de China, los préstamos netos de los hogares han caído precipitadamente desde 2021 y, más recientemente, los nuevos préstamos corporativos también han comenzado a contraerse. Como resultado, el crecimiento general de los préstamos bancarios se ha desacelerado a niveles bajos no vistos en varias décadas, y la oferta monetaria estrecha M1 ha caído un 4.2 % en comparación con el año anterior, la peor cifra registrada.
Una preocupación compartida por muchos analistas, incluyendo la nuestra expresada en 2018, es que la economía china siga un camino similar al de la economía japonesa a finales de los años 80 y principios de los 90 del siglo pasado. En el caso de Japón, el sector corporativo sufrió considerablemente debido a la austeridad en los hogares, lo que afectó los niveles de empleo e ingresos y, a su vez, redujo la demanda de los hogares, un fenómeno que está ocurriendo recientemente en China. Dado que el agregado monetario M1 consiste principalmente en depósitos a la vista del sector corporativo, su marcada contracción refleja el empeoramiento de las condiciones empresariales. Esta es probablemente una de las razones por las cuales los préstamos del sector corporativo también han comenzado a contraerse recientemente.
Las medidas adoptadas por Beijing no han sido suficientes para contrarrestar los efectos de la desaceleración económica derivada de la crisis inmobiliaria. Aunque el Gobierno ha aumentado la emisión de bonos en el último mes, no ha sido suficiente para compensar la disminución en la demanda de crédito del sector privado, y el financiamiento total recibido por la economía a través de todos los canales ha sido muy bajo en comparación con los estándares históricos. Además, el Gobierno chino ha asignado «bonos de propósito especial» para la construcción de infraestructura con el fin de compensar el colapso del sector residencial, pero la inversión en infraestructura apenas ha mostrado un aumento.
En cuanto a los gobiernos locales, continúan enfrentando dificultades financieras con congelaciones de contrataciones, recortes salariales y reducciones de gastos. Informes de medios nacionales indican que algunas autoridades fiscales locales han impuesto fuertes multas retrospectivas a empresas por presuntas evasiones fiscales de hace décadas, lo que es un claro indicio de graves problemas fiscales. La falta de demanda de crédito ha llevado las tasas libres de riesgo a niveles cada vez más bajos. Sin embargo, el Banco Central advierte sobre una «burbuja de bonos», en lugar de adelantarse a la curva con una mayor relajación monetaria y reduciendo los tipos de interés.
En conclusión, para evitar un estancamiento similar al de Japón, las autoridades chinas deben actuar como lo hicieron ante la crisis financiera global de 2008, estimulando la demanda agregada con paquetes de estímulos significativos para evitar daños estructurales mayores a la economía. Sin embargo, la actitud asumida por Beijing hasta ahora ha sido muy tímida tanto en la política fiscal como en la monetaria, similar a la adoptada por las autoridades japonesas en la década de los 90 del siglo XX. Si la economía china experimenta una «japonización», esto sería catastrófico para la economía global, dado el creciente papel de China en el comercio y la economía mundial, lo que podría llevar a un bajo crecimiento global en los próximos años.