A pesar de que el hecho de que tengamos elecciones cada dos años mantiene muy ocupadas a las autoridades electorales y las organizaciones políticas, es necesario que aquí iniciemos un proceso minucioso de actualización del sistema de votación.

Particularmente en las elecciones congresuales y municipales, el alto número de candidatos obliga al diseño de una boleta atiborrada de fotografías, así como también de emblemas y colores distintivos de los partidos.

Ese congestionamiento visual sin duda que le causa dificultades y confusión a mucha gente, y podría dar origen a votos observados o nulos.

Hasta donde sea posible y confiable, hay que tratar de establecer un método de votación más moderno y ágil que el actual, que mejore la fluidez de los electores en los centros de votación.

También hay que mejorar el aspecto de la validación de las actas de votación, de manera que puedan reducirse las causas o pretextos para incidentes  y regateos entre delegados de los partidos políticos.

– II –

Pero el aspecto funcional del sistema de votación no es lo único que necesita rediseño.

Antes de llegar a la fecha de las votaciones hay un período de campaña electoral excesivamente largo y costoso, débilmente reglamentado y en el que se permite un uso ilimitado de recursos económicos y técnicos, con poco o ningún control sobre su origen y financiación.

Y entre la fecha de las elecciones y la toma de posesión de los candidatos ganadores hay un período de transición excesivamente largo y tedioso.

En algunas etapas de nuestra vida democrática, esa larga transición se ha prestado para bellaquerías groseras por parte de quienes se despiden de los cargos públicos para dar paso a las nuevas autoridades.

Ya hemos modernizado bastante la Cédula de Identidad y Electoral, el registro de electores y la transmisión de los resultados desde los recintos de votación.

Pero las elecciones se siguen realizando en base a un sistema que debemos revisar para hacerlo más seguro y funcional, más confiable y menos vulnerable a los incidentes. Las voluntades de las autoridades, los partidos políticos y organizaciones de la sociedad civil deberían sintonizarse para cubrir esa necesidad.

Deplorable

Los incidentes violentos durante las votaciones, que provocaron la muerte al menos a cuatro personas, dos de ellas en  Pedro Brand, una en Maquiteria, de Villa Duarte, y otra en Santiago Rodríguez, así como los que dejaron saldo de cuatro heridos en Moca y otros cuatro en Laguna Salada, constituyen una expresión verdaderamente lamentable de agresividad entre políticos.

Estos sucesos, aunque aislados y difíciles de evitar, deberían inspirar a partidos políticos y autoridades para tratar de diseñar una campaña destinada a apaciguar los ánimos de los políticos en campaña y particularmente el día de las votaciones.

Aunque se tiene la mala creencia de que los muertos de campaña no se pagan, continuaremos siempre demandando establecimiento de responsabilidades y sanción condigna por estos actos de violencia.