Actuemos a tiempo

Actuemos a tiempo

Jeanne, la misma tormenta que trajo calamidad a poblaciones de varias regiones del país, castigó terriblemente al pueblo haitiano. ay temores de que cadáveres mal sepultados, falta de agua potable, multiplicación de mosquitos y ratas, además de otras secuelas, ocasionen en Haití brotes epidémicos de grandes proporciones. En condiciones normales, en Haití hay serias limitaciones en materia de salubridad.

La República Dominicana es el refugio por excelencia de los haitianos que tratan de lograr mejores condiciones de vida. En las circunstancias actuales, con una hambruna en ciernes, hay que esperar un aumento del flujo de inmigrantes, es decir, potenciales portadores de enfermedades generadas por el empeoramiento de la insalubridad en su territorio.

Nosotros, que ya estamos ocupados inmunizando en las zonas afectadas por la tormenta, no podemos permitirnos el lujo de dejar desprotegida nuestra frontera, en términos inmunológicos. Las campañas de vacunación en las zonas azotadas del territorio nacional deberían ser extendidas hacia todas las poblaciones de la frontera, para evitar posibles contagios por vectores provenientes de Haití. Inclusive, deberíamos involucrarnos en campañas similares en territorio fronterizo haitiano, conjuntamente con autoridades sanitarias de ese país.

Se trata de una tarea de preservación que debemos iniciar inmediatamente, sin dar tiempo a que empiecen los brotes del lado haitiano.

En las circunstancias actuales, deberíamos pedir para la isla una atención especial de la Oficina Panamericana de la Salud, de manera que sean atacadas las posibilidades epidémicas en los dos países que la ocupan.

Debemos sumar nuestra voz a la de las autoridades haitianas en su pedido de auxilio, aunque de nuestra parte el énfasis se concentre en los aspectos sanitarios. Debemos considerar que la unidad territorial nos impone tareas comunes y en el presente caso, cuidar de la salud no puede ser opción, sino obligación.

El hecho de que el flujo migratorio de haitianos pueda acarrear para nuestro territorio riesgos sanitarios que precisamente estamos combatiendo de este lado, es suficiente razón como para que asumamos con seria preocupación la calamidad haitiana.

Lo que corresponde es que coordinemos con las autoridades haitianas para que brigadas médicas dominicanas se trasladen allí para involucrarse en las tareas sanitarias en las zonas devastadas. Además de acto de solidaridad, sería una verdadera medida de prevención que debemos poner en práctica sin demoras.

Sin remedio

El caos en la circulación de vehículos parece un mal sin remedio.

Los apagones han sacado de servicio muchos semáfaros y no son tan abundantes los agentes de la Autoridad Metropolitana del Transporte (AMET) como para poner uno de ellos en  cada esquina para dirigir el tránsito.

A esto hay que sumar que se quedó en las palabras una campaña anunciada por la sindicatura del Distrito Nacional para remover de las vías los vehículos mal estacionados.

Hay puntos de la ciudad en los cuales la conducción de vehículos se dificulta terriblemente, por la actitud de conductores desaprensivos, que no respetan las señales de tránsito y que se creen amos y señores de las vías públicas. Así como se está tratando de ponerle freno a la delincuencia, hay que hacer esfuerzos por terminar con el caos en el tránsito.

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