Acuerdo con el FMI

<p>Acuerdo con el FMI</p>

JOSÉ LOIS MALKUN
La aprobación del nuevo acuerdo con el FMI, es un paso importante para mantener la frágil estabilidad macroeconómica. Digo frágil, pero no insostenible, porque para solidificarla se requerirán muchos años y muchos esfuerzos fiscales. Esto último, por supuesto, no ha sido el fuerte de este Gobierno.

Es bueno recordar que la estabilidad depende en gran medida de la política fiscal y no tanto de la monetaria. Esta última se mantiene lo suficientemente supervisada y hasta cierto punto controlada, por el mismo acuerdo. Entiéndase por el FMI. Pero el gasto público estáfuera de su alcance. Y eso lo vimos claramente en el 2006, cuando el déficit fiscal impidió la renovación del acuerdo durante todo el segundo semestre.

Este, como todos los acuerdos Stand By, tiene sus implicaciones. No debemos olvidar que cuando usted compra un vehículo con financiamiento del Banco, el día que se monta en su nueva adquisición, se siente la persona más feliz. Y en su entorno familiar todos celebran la buena suerte que lo acompaña. Pero no pasa el primer o segundo mes, sin que empiece a sentir el peso de la deuda. O el costo del seguro cuando tiene que renovarlo, que lo sacará de su equilibrio presupuestario durante varios meses. En ese momento ya la compra del vehículo no lo hace tan feliz y quizás gente de su entorno lo comenzarán a criticar por meterse en ese lío.

Por eso, la felicidad inicial que trae la aprobación de este acuerdo, el cual viene acompañado de unos milloncitos de dólares que caen muy bien en este momento, no debe hacernos olvidar que hay que pagar la cuenta en algún momento. Por ejemplo, el cumplimiento de la meta fiscal es imprescindible ya que el acuerdo se encontraba en el limbo desde mediados del 2006, precisamente por el déficit fiscal.

El tema de los subsidios, aunque parece ser el telón de Aquiles del Gobierno, no resulta un problema tan grave si la meta fiscal se cumple. Habrá presiones para resolver el problema eléctrico y el subsidio que se otorga en este momento. Igualmente con el subsidio al gas licuado de petróleo. Este último es viable eliminarlo gradualmente (aunque no el 100% en un año) pero el primero es prácticamente imposible ya que la tarifa no soporta más incremento y el fraude no se reducirá mientras persistan las incoherencias y malos manejos de la política energética.

Pero si hay una fuerte disciplina fiscal, esos compromisos de eliminar subsidios pueden manejarse con cierta flexibilidad.

En cuanto a las metas indicativas, no existen razones para que se incumplan ya que la nueva carta de intención no modifica en gran cosa lo que ya se tenía previsto.

Sólo falta ver cómo se comportará la tasa de cambio ante las presiones salariales. O el impacto que tendrá el descalabro de las zonas franca en el sistema financiero nacional y en los ingresos de divisas. Eso sin contar los efectos fiscales y monetarios del DR-CAFTA en el corto plazo.

Pero en fin, el Gobierno tiene al alcance de sus manos los elementos necesarios para mantener la estabilidad macroeconómica en el 2007, aun con estos grandes retos sectoriales. Y tiene también los suficientes recursos para hacerlo sin muchas presiones ni sacrificios en exceso. Todo depende de cómo se comporte el gasto. Si se repite lo del 2006 entonces habrá de nuevo muchos problemas. De eso, que no le quede dudas a nadie. Y viendo el nivel de ingresos y gastos de los dos primeros meses del 2007, no parece todavía claro que la disciplina fiscal será el fuerte del este Gobierno en los meses venideros.

No olvidemos que el fantasma de la reelección está dominando el panorama político dominicano. Es un destructivo proceso que lo corrompe todo. Que se burla de los acuerdos internacionales y hacen trizas los recursos de los contribuyentes. La reelección no tiene límites cuando se trata de comprar conciencia y burlarse de toda la sociedad. Y como hay dinero suficiente para que todos salgan satisfecho del festín gastronómico que se aproxima, es difícil asumir lo que nos depara el futuro.

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