Acuerdos pueden “tragarse” a RD

Acuerdos pueden “tragarse” a RD

POR CLAUDIO CABRERA
En momentos en que el país anuncia que emprenderá nuevas negociaciones comerciales con los países de la Unión Europea, de la Comunidad del Caribe, Canadá y México para el arribo de sendos tratados comerciales, sorprende a muchos que aún quedase el camino abierto para adentrarse a otras agendas de negociaciones comerciales. Todo parece indicar que nos aguarda aún un largo y sinuoso camino.

Gran culpa de esa creencia debe achacarse a lo debatidas que resultaron las conclusiones de un acuerdo comercial como el RD-Cafta, que implica más que una alianza comercial entre los países de Centroamérica, los Estados Unidos y la República Dominicana, una imbricada alianza económica de largo alcance que nos preparará para llegar al gran final que será un pleno acuerdo regional en las Américas, mejor conocido como el TLC.

En ello estriba la impresión generalizada entre muchos sectores de que con la firma y eventual puesta en vigencia del RD-Cafta terminó la agenda comercial y de política de negociaciones comerciales internacionales.

Pero, según lo expresa el director de la Oficina Nacional de Negociaciones Internacionales, licenciado Julio Ortega Tous, “es totalmente errada la visión de que en esta materia ya todo se ha agotado”. A eso se debe en gran medida la propaganda que difunden algunos dando a entender que el acuerdo RD-Cafta ha sido el acuerdo más importante e imprescindible para el futuro económico de la nación firmado por República Dominicana.

Resulta evidente, según el funcionario, que el RD-Cafta constituye un acuerdo importante para el país, aunque sostiene en coincidencia con el canciller Morales Troncoso de que se trata “del acuerdo peor negociado de la historia dominicana y quizás uno de los más lesivos en algunos aspectos”. En esto influye mucho el hecho de que el país cuenta con una relación muy estrecha con los Estados Unidos, desde el punto de vista económico, comercial, cultural, humano y en todos los órdenes.

A pesar de estimables consideraciones, “las asimetrías que existen entre la República Dominicana y los Estados Unidos son muy grandes, colosales, -expone-, lo cual en forma engañosa en el RD-Cafta se tratan de igualar tales condiciones. Esto es como tratar de igualar la hormiga con el elefante. Es imposible, jamás una hormiga podrá compararse cuantitativamente con un elefante”.

Por esas asimetrías en el marco de las relaciones económicas con los Estados Unidos es que la República Dominicana necesita, por un lado, profundizar esas relaciones, siempre defendiendo el interés nacional y tomando en cuenta que los procesos de transición hacia la competitividad en economías atrasadas como estas, deben ser alargados en el tiempo y no precipitados para quebrar a los sectores productivos como sucede en algunos sectores que actualmente están en peligro de extinción, como el caso del sector farmacéutico.

En los acuerdos originales, inclusive ni siquiera se preveía lo que ahora se está exigiendo como práctica y como cambio por parte del gobierno dominicano. “Lo mismo con la industria azucarera. Eso fue una puñalada trapera, lo que se le dió a la industria azucarera dominicana”.

¿Qué nos conviene más?

Debemos estar preparados, aunque los sectores productivos dominicanos siempre se dan cuenta después que al acontecimiento ha pasado, como ocurrió con la Ronda Uruguay. Tras una consolidación arancelaria con los topes del 40% sin los estudios técnicos necesarios para poder proteger adecuadamente a los sectores productivos más sensibles, entonces “es que nos damos cuenta que nos venía un Sunami arriba. “Es ahí cuando venimos con el invento dizque de la Rectificación Técnica, pero a posteriori, con muchísimos problemas y muchísimas limitaciones e incluso con muchas distorsiones, entre las cuales está el problema de la producción de leche en el país, el cual es sólo uno de tales problemas”.

A pesar de que los sectores productivos vienen ya con el trauma o síndrome de la Rectificación Técnica con la Ronda Uruguary, éstos no participan en forma destacada en los procesos de pensar la política comercial y de implementarla. Ultimamente, tales sectores están muchos más activos en las acciones que llevan a cabo. “Pero ellos no tienen su agenda. En el caso de la Agenda Doha, van a las reuniones, pero ¿cuál es la posición del sector privado con esta Agenda? Yo no conozco ninguna, pues escuchan y no hay planteamientos para transformar esta situación”.

Por eso considero a la Agenda Doha como la agenda de negociaciones en el marco de la OMC, es un eje fundamental, porque eso nos da reglas comunes, ya que el fracaso si es que hubiera fracaso confirmado de Doha, “va a llevar a una multiplicidad de reglas de orígenes y de acuerdos regionales y bilaterales en donde las asimetrías se van a profundizar, porque los poderosos va a hacer valer su peso y los débiles nos asustamos cuando los vemos ejercer su poder y en esos acuerdos comerciales, como es el caso del RD-Cafta, vamos a ver esas asimetrías claramente aflorar”.

Una “trampa inmanejable”

En segundo lugar, hay que simplificar la administración de acuerdos comerciales, pues según lo entiende el licenciado Ortega Tous el sistema de administración de liberalización de los procesos comerciales “es un dolor de cabeza, casi imposible administrar con tantas decenas y centenas de acuerdos de libre comercio”. Hace poco que el director ejecutivo del Fondo Monetario Internacional (FMI), Rodrigo Rato, advirtió sobre el peligro que significa la proliferación de acuerdos bilaterales o multilaterales”.

Al 2001 existían alrededor de 50 acuerdos bilaterales y regionales de libre comercio. Hoy son 125 y se estima que en menos de dos años si la Ronda Doha fracasa, eso puede llegar entre 250 a 300 acuerdos regionales o bilaterales. “Evidentemente, eso es una trampa e inmanejable para cualquier país pobre, sobre todo para los pequeños. Por eso creemos que es preferible la Agenda de Doha, que es fundamental para la República Dominicana”.

Al plantear que el país debe seguir sus negociaciones dentro del marco multilateral, resalta lo que ahora ocurre en el ámbito de las negociaciones agrícolas en el contexto de la OMC. Seis países grandes se pusieron de acuerdo para adoptar negociaciones con otros 22 países productores agropecuarios a los que está adscrita la República Dominicana. Los países son Estados Unidos, Japón y la Unión Europea, Australia, Brasil e India. Todos aceptaron el acuerdo inicialmente, menos los Estados Unidos, lo cual ha estancado las negociaciones agrícolas en la OMC, afectando a países pobres como el nuestro.

En el caso de los acuerdos con Canadá y con México, consideró que son necesarios ya que son complementarios en acumulación de reglas de origen, particularmente para el sector textil y que podría ampliarse a otros sectores de la economía con el RD-Cafta.

De aquí que se observe la necesidad de “fortalecer la multilateralidad, sgún la lógica económica y comercial, en vista de que lo que conviene es fortalecer el organismo que representa a los 150 países con reglas de juego comunes, lo que evita realizar acuerdos comerciales con los países que a nosotros nos interesen”.

Por razones políticas esa multilateralidad ha visto torpedeada por la inflexibilidad de los países desarrollados, comenzando por la Unión Europea y los Estados Unidos, y al final, en junio o julio luego de la Conferencia de los Ocho en San Petersburgo, que se intentó retomar el fracaso sobre la liberalización acordada, la estocada final la dieron los Estados Unidos, por una razón eminentemente política que son las elecciones del siete de noviembre de este año. 

Por esa situación, “estamos ante un escenario en que la Ronda Doha del desarrollo está en cuidados intensivos hacia al crematorio, como dijera el ministro de Comercio de la India, Kemal Nash”. De ahí que la clave ahora la tienen los Estados Unidos para discutir ampliamente el problema.

Diversificar el entorno

Las citadas asimetrías concitan a un movimiento “que parecería contradictorio, pero que no lo es”, de profundizar las relaciones con los Estados Unidos, pero a la vez disminuir el peso del comercio bilateral con los Estados Unidos. Lo que quiere decir diversificar, diversificar nuestra oferta exportable, los mercados y nuestros proveedores internacionales.

Los instrumentos idóneos para la consecusión de tales fines son los que desarrolla la Cancillería a través de la Oficina Nacional de Negociaciones Comerciales. En primer lugar, en el aspecto multilateral, el mundo logró en 1994 tras once años de negociaciones de la Ronda Uruguay concluir con acuerdos que abatían las barreras que les impiden a los países el desarrollo en el comercio internacional, como son los subsidios, las subvenciones, las barreras no-arancelarias al comercio (obstáculos técnicos y otros), siendo el gran logro de esta Ronda la creación de una organización que se pensó 50 años antes, al final de la Segunda Guerra Mundial.

“El sistema de comercio multilateral resulta infinitamente mucho más conveniente para los pequeños países que para los grandes países, pero ante los impases que posteriormente se dieron luego de la fundación de la OMC entre el 94 y 95, se han venido verificando cambios en el proceso de profundización de las rondas de negociaciones, como fue la llamada Agenda de Singapur, donde los países industrializados quisieron poner como primer punto de discusión los temas que a ellos les concierne, como Propiedad Intelectual y otros, pero que no fue continuada”.

Luego se produjo la Agenda de Doha en el año 2001 que funda una verdadera agenda de negociaciones para el desarrollo, “la cual es la que lleva por primera vez un apellido, para impulsar el desarrollo y abatir los obstáculos que impiden al mundo en desarrollo no recibir ayuda, pues no necesitamos ayuda. Lo que necesitamos es un comercio justo y sin una competencia desleal por parte de los países industrializados”. Luego sobrevinieron los fracaso de la reunión de Cancún, México y los de Seattle en donde se comenzó a ponerse en entredicho la credibilidad de que la OMC pudiera realmente atender esa agenda para el desarrollo acordada en Doha en el 2001.

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