Acumulación originaria y
deuda pública en la RD

Acumulación originaria y<BR>deuda pública en la RD

DIÓGENES CÉSPEDES
diógenes.cespedes@gmail.com 
La naciente burguesía dominicana no pudo, desde finales de siglo 19 con Lilís hasta el asesinato de Trujillo, articular su supremacía industrial y subordinarse a la burguesía comercial. Dominó en ese período el capital comercial, el cual se subordinó al industrial y al agrario.

Esta imposibilidad fue superada en los doce años del gobierno de Balaguer y su colofón fueron las leyes de protección e incentivo industrial. Durante todo el mandato de Salvador Jorge Blanco hasta el día de hoy dicha burguesía emergente, por mediación de la deuda pública y otras formas de acumulación delictiva, pasó de industrial a burguesía financiera.

Marx es clarísimo cuando analiza el paso de la burguesía industrial a burguesía financiera “La deuda pública se convierte en una de las más poderosas palancas de la acumulación originaria. Es como una varita mágica que infunde virtud procreadora al dinero improductivo y lo convierte en capital sin exponerlo a los riesgos ni al esfuerzo que siempre lleva consigo la inversión industrial e incluso la usuraria.

En realidad, los acreedores del Estado no entregan nada, pues la suma prestada se convierte en títulos de la deuda pública, fácilmente negociables, que siguen desempeñando en sus manos el mismísimo papel del dinero. Pero aun prescindiendo de la clase de rentistas ociosos que así se crea y de la riqueza improvisada que va a parar al regazo de los financieros que actúan de mediadores entre el gobierno y el país –así como de la riqueza regalada a los rematantes de impuestos, comerciantes y fabricantes particulares, a cuyos bolsillos afluye una buena parte de los empréstitos del Estado, como un capital llovido del cielo–, la deuda pública ha venido a dar impulso tanto a las sociedades anónimas, al tráfico de efectos negociables de todo género como al agro; en una palabra, a la lotería de la bolsa y a la moderna bancocracia.” (“El capital”, México: Fondo de Cultura Económica, t. I, 641-42).

El sector bancario o financiero de nuestro país es actualmente el que más se ha desarrollado junto con el turismo, la construcción y el blanqueo de dinero, las telecomunicaciones, las zonas francas y las remesas, e incluso invierte en ahorro parte de su capital en el Banco Central para beneficiarse de los altos intereses que genera el déficit eufemísticamente llamado casi fiscal, luego de la quiebra del Baninter. A todo esto se añade la etapa que vive actualmente nuestro país. En palabras de Marx: “Como la deuda pública tiene que ser respaldada por los ingresos del Estado, que han de cubrir los intereses y demás pagos anuales, el sistema de los empréstitos públicos tenía que tener forzosamente su cumplimiento en el moderno sistema tributario:” (Ibíd., 643).

La deuda externa del país por concepto de préstamos internacionales pasa de 5 mil millones de dólares. La deuda pública es monstruosa. Existe la creencia de que mientras más alta es la deuda pública de un Estado, más próspero es éste. De ahí el proceso de modernización de las oficinas recaudadoras que deben cumplir con la voracidad fiscal del gobierno, a lo cual se suma, en palabras de Marx, “el encarecimiento excesivo de los artículos” de primera necesidad o no. Según Marx, esto “no es un episodio pasajero, sino más bien un principio. Por eso en Holanda, primer país en que se puso en práctica este sistema, el gran patriota De Witt lo ensalza en sus “Máximas” como el mejor sistema imaginable para hacer al obrero sumiso, frugal, aplicado y… agobiado de trabajo.” (Ibíd.)

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