Adam Smith versus Keynes en el Gobierno dominicano. La política no es monolítica por lo que tampoco lo son los gobiernos, máxime cuando para llegar al poder, los partidos deben articular diferentes sectores, con ideas distintas.
Esto ha pasado con diferentes partidos y en República Dominicana acaba de pasar con el hoy partido de gobierno. El PRM no ganó solo. Hizo alianzas informales con una ciudadanía que le votó porque le compró un discurso de cambio tras exigir masivamente en las calles el combate a la corrupción, la independencia del Ministerio Público, el fin de la impunidad y la recuperación de lo robado.
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El PRM también hizo alianzas formales con sectores como la Coalición Democrática por el Cambio y por otro lado recibió, como siempre, el apoyo de sectores empresariales, algunos lo hicieron como parte de su responsabilidad social corporativa y otros a modo de inversión, a espera de pasar facturas más adelante.
Esto explica que en el Gobierno hoy día haya, por lo menos, dos grandes polos, totalmente diferentes desde el punto de vista de la teoría económica porque uno es más liberal y cree en el Estado como propiciador del bien común, y otro es más conservador y apuesta al sector privado y su prosperidad como herramienta para el desarrollo social.
He aquí, versión criolla, uno de los principales dilemas o conflictos económicos de todos los tiempos porque enfrenta dos visiones de cómo alcanzar el bienestar en una sociedad. Esto es la teoría económica de Adam Smith con su tesis de “la mano invisible” como metáfora de su apuesta al mercado y sus leyes de oferta y demanda y a la libre competencia y autorregulación, contrapuesta, muchos años después, a la visión de John Maynard Keynes que en sus desvelos por superar las crisis económicas en el corto plazo veía imperfecciones en el mercado y optaba mejor por la intervención del Estado, mediante políticas fiscales que estimularan el gasto, la inversión pública, la demanda y el empleo.
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El Gobierno dominicano tiene estos dos polos en su gabinete y ministerios y muchos de los desvaríos y presentación o filtración de propuestas económicas que luego retira, no solo obedecen al control social y a la capacidad de escucha del presidente Luis Abinader, sino que también tienen que ver con contradicciones internas sobre temas como la reforma fiscal o el fideicomiso de Punta Catalina, para citar solo dos ejemplos.
Hasta ahora la batalla la va ganando la visión privatizadora. Me ha tocado escuchar en persona de dos altos funcionarios públicos cosas como: “es que lo público no es eficiente” o que “priorizando el interés público se está garantizando el interés privado”.
Definitivamente, a nivel de políticas públicas, esta gestión apuesta mucho a lo privado y me pregunto ¿hasta qué punto esto puede significar bienestar social colectivo, en un país que ya a mediados de los 90s fue experimento de políticas neoliberales privatizadoras que no solucionaron los problemas fundamentales de este país y sí enajenaron importantes bienes públicos? ¡A Dios que reparta suerte y que cuide el patrimonio que le pertenece a todo el pueblo dominicano!