Adecentar la política

Adecentar la política

Todos conocemos al muchacho que no quería ir a la escuela, que dejó los estudios en la educación primaria, que ni siquiera terminó, aquel que, aunque se graduara en alguna universidad siempre fue un profesional mediocre, que estudió una disciplina e hizo del ejercicio de otro oficio su modo de vida, otro que logró enganchar en un puesto público menor del cual fue despedido por razones políticas, o el otro que, como no tenía arte ni oficio, profesión u ocupación, se la pasa todo el tiempo en la sede del partido o visitando dirigentes , muchos de esos son los “personajes” que hoy “brillan” en el escenario político nacional.

“Compañeros”, de uno y otro partido y de los demás, aprovechan para practicar la sabia enseñanza bíblica de ahorrar en el tiempo de las vacas gordas y “ahorrar” mediante el ejercicio más descarado de la corrupción administrativa, “para cuando caigamos abajo, cuando no estemos en el gobierno”.

Otro tipo de persona que participa en la política con propósitos claros y definidos de aumentar sus bienes, mediante la corrupción de saco y corbata que consiste, entre otras prácticas, en vender sus votos para completar quórum y aprobar leyes que convienen a personas y grupos ligados al titular del Poder Ejecutivo, otros que  introducen proyectos de leyes como chantaje, o los que aprovechan la presentación de un proyecto de ley para solicitar dinero a cambio de su voto o la colocación de la propuesta en la agenda.

Están presentes, por supuesto, aquellos profesionales que se prestan a retener expedientes en instancias como la Cámara de Cuentas o la Contraloría General de la Nación para presentarlos en momentos políticos que los favorecen, hay quienes desde el ámbito de la justicia, deciden cuándo tocan una tecla que afecta a un  poderoso, a fin de conseguir “lo suyo”. De todo hay en la viña del Señor, cierto, de todo.

He descrito una parte del coro de la politiquería que existe en países con alto desempleo, inseguridad en los puestos públicos, abusos de autoridad, sistema judicial peor que deficiente y una sociedad que acoge, al peor bandido sin el menor rubor,  porque impera el “tanto tienes tanto vales”.

De frente a esos maleantes hay un país que necesita, lucha y desea tener un gobierno que respete y se respete, que trabaje por crear una sociedad más justa.

Suena feo, pero eso es lo que se debate en el presente, ahí están las diferencias.

Al que le quede el sombrero que se lo ponga.

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