Adecentemos  la política

Adecentemos  la política

Los políticos estamos  todos bajo sospecha.  Independientemente de  nuestra posición ideológica y de la que ocupemos en la sociedad. Aunque esta situación viene de lejos, ha sido acentuada por los gobiernos que hemos tenido después de Trujillo, salvo excepciones.  Sea como sea, hemos  llegado ahora al caso en que, ante lo que dicen y prometen los dirigentes de nuestros partidos, sus conciudadanos adoptan la desconfianza   y el cuidado del que está lidiando con un alacrán.

 Se tiene la impresión de que los políticos no dicen lo que realmente piensan, sino lo que consideran quieren escuchar  sus conciudadanos.  Esta campaña electoral no es la excepción.  Ya abundan los ejemplos que validan el juicio anterior. Y en este aspecto las palmas se  las lleva el ingeniero Hipólito Mejía, quien en toda reunión toca la música que considera le gustaría bailar a sus oyentes. Los casos van desde invitar a los productores de arroz a ser mala paga, a los suplidores del gobierno a que cobren ahora porque no les pagará – esto lo dijo en 1999 y en el 2000 les pagó -, ante empresarios se identificó con el aumento de la tarifa de  energía eléctrica.

 El caso  que mejor ilustra sobre el agravamiento del descrédito de  nuestros políticos nos  los dio el señor Mejía en el compromiso que suscribió para aumentar al 4 por ciento del PIB el presupuesto de educación en el 2012, cuando todos sabemos que quien se juramente como Presidente en este año lo hará en agosto con un presupuesto que ya tendría ocho meses de ejecución.

 La situación en referencia también afecta a  Danilo Medina, cuyos planteamientos son recibidos con recelo por el electorado que todavía no ha hecho causa común con  alguna de las actuales candidaturas. Sin embargo, Danilo tiene la ventaja de haber organizado un discurso coherente, con argumentos bien ponderados y  el no contradecirse.  Además, le favorece su imagen de profesional eficiente y de temperamento sosegado, a propósito para la situación de crisis que se vive en el mundo de hoy. Su candidatura dispone de un valor agregado: el apoyo monolítico de un gran partido que cuenta con un fuerte liderazgo local.

 Estamos de acuerdo con  el lector en que los  mencionados no son los únicos sujetos políticos que actúan en nuestro medio,  pero  nos referimos  a ellos porque monopolizan el interés de la población y, además, aunque sea por distintas razones, los demás también están  afectados por  el referido descrédito.

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