La hora de enfrentarse a la verdad sobre fenómenos atmosféricos destructivos asoma en el horizonte. Septiembre es el mes de mayor índice de de perturbaciones climáticas sobre República Dominicana. La tormenta Dorian avanza hacia el Caribe y es momento de revisar los aspectos más vulnerables del territorio nacional y de activar la maquinaria de reacción rápida con preocupación por el antes y el después del curso que seguiría por estas latitudes un ciclón del que los meteorólogos temen que alcance intensidad de huracán.

Los asentamientos humanos de alto riesgo son notorios en muchos sitios del país con mayor presencia en ciudades densamente pobladas como Santo Domingo y Santiago cruzadas por ríos riesgosamente ocupados en sus márgenes por miles de familias. Las viviendas en mal estado proliferan y la opción para preservar vidas consiste en abrirles paso a sus moradores hacia refugios apropiados a cargo de organismos de socorro. En qué momento hacerlo y cómo lograrlo ordenadamente a partir de pronósticos definitivos, dependerá de autoridades encabezadas por el COE, avezadas en los métodos a emplear. El historial de destrucciones a causa de tormentas anteriores permite establecer sobre cuáles sitios deben extremarse las precauciones y evacuaciones y las previsiones de ingeniería que reduzcan las posibilidades de daños a sistemas viales, acueductos y canales de riego.

Preocupación por la salud

Por su relación con aguas al descubierto en las casas y la rapidez con que se multiplica el mosquito que lo transmite, el dengue es dolencia de muy difícil contención a la que las medicaciones disponibles no surten efecto directo sobre el virus. Para contrarrestar este mal tan común que crece en zonas tropicales, lo más útil es eliminar criaderos y ampliar la atención médica de calidad disponiendo de espacios adicionales para recibir pacientes sobre todo niños.
Sus vidas dependen del buen manejo de síntomas y gravedades. En cada hogar debe procurarse diligentemente la erradicación de los orígenes domésticos de vectores. Corresponde a las autoridades sanear lugares públicos y habilitar salas de hospitalización adicionales para poner fin a críticas aglomeraciones que pueden erosionar la calidad de la asistencia.