La fiesta democrática continental que fue el ceremonial de toma de posesión del nuevo mandato presidencial de Luis Abinader mostró diferentes señales del buen viento que impulsa a la República Dominicana en el incierto contexto que viven hoy América Latina y el mundo.
En la víspera de la juramentación, cuando empezaban a llegar las primeras delegaciones, la Comisión Económica Para América Latina y el Caribe, la CEPAL, publicó su medición de 2024, registrando que con 5.2% de crecimiento de su PIB, RD está a la cabeza de 20 países de la región que promedian 1.8%. en general.
Ese crecimiento es parte del afinado direccionamiento que desde 2020 empuja los avances históricos en exportaciones, zonas francas, turismo, empleo y la reducción de pobreza monetaria al nivel nunca alcanzado de 18.9%, cuando en 2019 fue de 25.8 y 23 % en 2023.
El presidente sabe que todos esos logros son muy importantes, con respecto al pasado, pero él está mirando al futuro y comprometido con profundizar los avances alcanzados e integrados en la «Meta RD 2036», la iniciativa de desarrollo estratégico enfocado por Abinader en impulsar cambios que den un mayor empujón a la economía junto a todos los sectores productivos de la nación.
Sabe Luis que la desigualdad que ha pauperizado gran parte del tejido social dominicano a lo largo de su historia genera contradicciones que se exacerban en la medida en que las carencias estructurales afectan la vida cotidiana de la gente, y apuntan a que de no ser reducidas sustancialmente, esas inequidades podrían ensombrecer el horizonte de gobernabilidad social y democrática de que disfrutamos.
De ahí que a los avances ya logrados en su primera gestión 2020-2024, haciendo avanzar la equidad social, imprimiéndole calidad a la democracia, despojando a la administración pública de los lastres de la corrupción y fortaleciendo los poderes de arbitraje social, en su segundo mandato el presidente Abinader emprende un conjunto de reformas económicas e institucionales que contribuirán a dar un extraordinario salto de calidad a la vida social dominicana.
La profundización de esas reformas es necesaria porque fortalecerá el rico legado social e institucional que dejará al pueblo Abinader en sus 8 años de gestión: entrada al anhelado proceso de desarrollo integral que los dominicanos hemos anhelado tanto y que conlleva el bienestar general y la felicidad de nuestro pueblo.
Por todo ello es fundamental que los dominicanos y dominicanas de buena voluntad respaldemos el conjunto de reformas que impulsa Abinader.
La celebración de la juramentación presidencial fue también una trascendente ocasión para que República Dominicana, a través de Luis Abinader, proclamara al mundo, a propósito de la crisis de Venezuela, nuestro apego irrenunciable a la democracia.
Sin ambigüedades ni oportunismos vergonzantes.