¡Adelante Consejo Nacional
de la Magistratura!

¡Adelante Consejo Nacional<BR>de la Magistratura!

Aunque los dominicanos, como bien advertía Antonio Zaglul, sufrimos del complejo de la subestimación de lo nuestro, no hay que tener un ego nacional inflado para uno darse cuenta de que, con las entrevistas televisadas a los candidatos a las Altas Cortes, el Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) está dando cátedras magistrales de lo que debe ser el proceso de postulación y selección de los integrantes de dichos órganos constitucionales.

 No han faltado, como es natural, críticas a la labor del CNM. Pero esas críticas, que aluden a la necesidad de que el proceso de selección sea tan objetivo como si se tratase de un cálculo matemático, son, a nuestro juicio, infundadas y, gracias a Dios, a pesar de lo innecesariamente urticantes que han sido, no han desestimulado a los miembros del CNM. Y es que la gran mayoría de las personas está clara en cuanto a que, una vez reunidos los requisitos mínimos exigidos por la Constitución a los candidatos, el CNM es libre de hacer una selección entre los postulantes que entiende se ajustan mejor al perfil del juez a seleccionar y conforme a la simpatía y conveniencia política de los diferentes integrantes del CNM. ¿O es que alguien puede obligar al Presidente Obama a que nomine a la Suprema Corte de los Estados Unidos al juez conservador Roberto Borck en lugar de la demócrata liberal Sonia Sotomayor? A fin de cuentas, se trata de una decisión política que no puede ser criticada desde un supuestamente punto de vista neutral que es tan político como aquel que se acusa de partidarizado.

Podría cuestionarse que los integrantes del CNM pregunten a los candidatos cuestiones técnicas y de detalle sobre el Derecho pues, en principio, las preguntas deberían versar primordialmente sobre la ideología del juez y su visión de los problemas que se enfrentan a nivel de la justicia, del Estado constitucional y de la democracia. Pero lo cierto es que no ha resultado desacertado hacer estas preguntas, porque ellas permiten asomarnos al conocimiento jurídico de los candidatos, máxime cuando el número de postulantes casi alcanza 300. Y es que, quiérase o no, el proceso de postulación a las Altas Cortes en nuestro país es quizás uno de los más inclusivos y participativos del mundo, ya que cualquiera puede autopostularse y ser postulado por organizaciones de la sociedad civil. En casi todos los países hay un filtro para las postulaciones o, sencillamente, como ocurre en Estados Unidos, solo un órgano político tiene la potestad reconocida de nominar.

Puede afirmarse, por tanto, que en esta materia la República Dominicana se constituye en un verdadero modelo, por lo menos en América Latina, pues ni Argentina ni Colombia ni México ni Brasil ni Chile tienen grandes cosas que mostrar, y ni hablemos del resto de la región. De hecho la República Dominicana ya fue modelo en 1997, como lo demuestran informes internacionales de expertos independientes, aunque hay que señalar que, hasta el momento, el proceso de 2011 se revela superior al de ese año, también dirigido por el Presidente Leonel Fernández, aunque en un situación de minoría que contrasta con la clara mayoría peledeísta en el actual CNM.

 Como ciudadano y como abogado este proceso ha sido aleccionador y, gracias a las preguntas de los consejeros, he podido conocer a muchos candidatos y discernir sus fortalezas y sus debilidades.  La conducción de las sesiones por parte del Presidente Fernández ha sido excelente pues se ha manejado pensando sobre todo en la ciudadanía y no en el CNM.  La ciudadanía ha comentado favorablemente el desempeño en las sesiones de los jueces de carrera y de jóvenes desconocidos para muchos y que muestran un dominio sorprendente de distintas ramas del Derecho. Ello demuestra que ha valido la pena la lucha por las reformas de la justicia, la renovación de los códigos y la actualización del aparato doctrinal y académico. La esperanza de hoy es que de este proceso emerjan unas Altas Cortes integradas compuestas por ciudadanos dispuestos a servir a su país, a rendir justicia con imparcialidad e independencia y a aplicar, fielmente y sin discriminación alguna, nuestra Constitución y las leyes. ¡Adelante CNM!

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