Es preciso entender la adicción como un comportamiento complejo, ya que el individuo pierde el control sobre sí mismo y presenta un impulso irrefrenable hacia algo, incluso a sabiendas de que su actitud pudiera ser dañina y perjudicial. Pero es que, real y efectivamente las adicciones se dan cuando una persona necesita un estímulo concreto para lograr una sensación de bienestar y por lo tanto, supone una dependencia mental y física frente a ese estímulo.
Estudios internacionales señalan que entre un 7 y 11 por ciento de los jugadores en el mundo sufren algún tipo de adicción a los videojuegos y el uso de las tecnologías, lo cual a decir de expertos podría representar un problema potencial, especialmente entre la población joven. El caso de este tipo de adicción a los videojuegos es cada vez más habitual en nuestra sociedad, porque muchísimos jóvenes y adultos han encontrado en los juegos de ordenador y consola una vía de escape del mundo real que llevado al extremo llega a ser una adicción y a provocar que se malgasten incontables horas de su vida jugando, en vez de dedicar tiempo suficiente a otras actividades como a la familia, los estudios, el trabajo, a socializar o el deporte.
Investigaciones confirman que “Sí se han incrementado los problemas de adicción a videojuegos también en niños, lo que implica riesgos físicos y psicológicos, que pueden ir desde alteraciones de sueño o depresión, a la incapacidad para socializar, la ansiedad o el síndrome de abstinencia, entre otros”. Una de las cosas que se detectan en los niños que tienen este tipo de adicción a juegos, tecnología y gadgets, son conductas violentas, a las que se suma una notoria dispersión –pues ya nada les llama la atención y dejan de hacer cosas que antes les satisfacían–, así como depresión, pues es común que el juego sustituya la atención que los niños buscan de sus padres sin obtenerla.
Se asegura que los videojuegos crean adicción y actúan en el cerebro prácticamente de igual manera que la marihuana o el alcohol, generando dependencia, de ahí que las reacciones cerebrales de las personas que juegan con videojuegos en exceso son similares a las de los alcohólicos o los adictos a la marihuana.
De hecho, está demostrado que los niños con un carácter más fuerte y rebelde, que tienen tendencia a la agresividad o que han tenido menos adaptación social, son más propensos a la adicción a los videojuegos que aquellos que han desarrollado mejores habilidades sociales.