Adictos buenos y adictos malos

Adictos buenos y adictos malos

Hay dos tipos de tiburones: Los malos, que están cerca de las playas, que atacan a niños, mujeres y bañistas inocentes; y los buenos, que están mar afuera, en las aguas profundas de los mares de Nuncajamás. Pero aquí cerca, en nuestras calles, pululan unos personajes que una vez fueron peligrosos y ahora son mansos y tratables: los adictos de Hogares Crea; quienes han reconocido su falta y han admitido, con gran humildad, su culpa; haciendo penitencia pública, avergonzando a tantos borrachos contumaces, celebrantes orgullosos de sus extravíos; y a tantos prevaricadores, lavadores, evasores, y narcos, que se exhiben con desinhibición y desafuero, en los grandes salones de nuestra sociedad.

Contrariamente, producen pesar aquellos descarriados cuyas aberraciones la sociedad está muy lejos de darles un manejo, institucional o informal, razonablemente adecuado, y que no los obligue a una clandestinidad que los hace, a la vez, más vulnerables y más perniciosos.

Los alcohólicos les ganan a todos la carrera, pues ellos constituyen un segmento básico del mercado industrial. Algunos, como los que se especializan en el consumo de caldos añejados importados, suelen alcanzar prestigio de gurús y sabios tibetanos.

A diferencia de los borrachos conocidos (incluidos los de alcurnia), los alcohólicos anónimos han buscado sosiego para sus almas en el apoyo emocional y espiritual de grupos de iguales.  Estos, al lograr auto liberación y reintegración social, le llevan una enorme ventaja a los que, como los prevaricadores, lavadores, narcos y  especies asociadas, ni siquiera son acosados ni señalados; puesto que para eso se han agenciado poder suficiente para, actuando con plena impunidad, protegerse de toda acusación, incluida la crítica y los rumores que tanto bien le hicieron a nuestras sociedades en el pasado.

En peor situación están aquellos  cuyas conductas aberrantes son atentatorias contra la moral sexual y familiar; generalmente obligados a la clandestinidad, y a quienes los machos bebedores y escarnecedores suelen tomar como blanco de sus chistes y burlas. Lo cual suele ser una forma perversa de reafirmar una masculinidad no bien establecida, y peor entendida.

Los adictos de Hogares Crea, en cambio, se caracterizan por su sinceridad y su expresado respeto por los demás; (sin nunca haber propuesto una orgullosa asociación de adictos para reclamar derechos ni para promover las drogas), quienes nos dan, de esa manera, una gran lección de humildad y de responsabilidad ante los errores propios. Obligándonos a reflexionar sobre los nuestros, especialmente sobre aquellos que nunca hemos confesado ni enfrentado con verdadera decisión. Por eso, cada vez que me los encuentro en las esquinas, con cabeza raspada u otra señal de penitencia auto infligida, les bajo el vidrio, los saludo y, en nombre  del Señor, los bendigo.

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