MADRID, España.- De su talento como dibujante, excelencia como acuarelista, actor y director teatral, de Ángel Haché, he escrito en muchas ocasiones. Ahora que su prolífica existencia ha abandonado la vida terrenal, prefiero recordar al ser humano, al querido amigo de tantos años, que siempre me demostró un cariño de hermana.
Ángel era un hombre auténtico, de carácter, un artista que nunca se interesó en reconocimientos particulares, en premios. Sólo quería que le expresaran con sinceridad la verdad sobre los trabajos que realizaba. Simplemente. Las opiniones, buenas o malas, de sus amigos, eran sumamente importante para él.
A menudo conversábamos de temas diferentes, nos llenábamos de amargura hablando de los problemas de nuestro país, la impotencia ante la corrupción, la delincuencia, la falta de educación, en fin, de nuestros desencantos.
Las últimas cartas que me envió reflejaban a un Ángel afectado, con estrés, harto de los mismos asuntos que he comentado, y es que las personas sensibles, decentes, no pueden mirar con indiferencia a un país cuyos gobiernos lo han llevado a la decadencia, sobre todo moral.
No se cansaba de repetirme que me envidiaba por estar viviendo en Madrid, una ciudad que siempre amó, pues en ella residió unos seis años, donde estudió, al igual que su esposa Elsa, en la Academia de San Fernando, y en la de cine, donde se graduó como actor.
Justo en Madrid fue mi último encuentro con esta querida pareja. En esa ocasión Ángel fue distinguido en el Festival de Cine Dominicano, junto a la famosa actriz Geraldine Chaplin.
Se me ha hecho difícil aceptar la muerte de este amigo. Los tres, él, Elsa y yo, celebrábamos todos los años nuestros cumpleaños en restaurantes. Ángel y yo cumplíamos en el mismo mes de octubre, él, el día 2, y yo, el 4. Ambos compartíamos el mismo signo de Libra, quizás por esto ha sido tan importante en nuestras vidas lo justo, el equilibrio. El último cumpleaños fue en Madrid, donde también disfrutamos visitando el Museo del Prado y paseando por el centro de esta interesante ciudad.
El anuncio de su fallecimiento me tomó por sorpresa, me ha dolido y angustiado. Todavía no me lo creo. ¡Qué pena!