Éste es buen momento para reconocer al presidente Leonel Fernández el acertado enfoque que tiene sobre lo que podría ser su incierto futuro. Ha demostrado tener una clara visión de los riesgos que correría luego de tanto tiempo administrando a su antojo los bienes del Estado dominicano.
Una muestra de su clarividencia se presenta cuando evita que el magistrado Julio Aníbal Suárez Duvernay continúe siendo juez de la Suprema Corte de Justicia. Y es lógico que así sea. Para los intereses del presidente Fernández, un juez con las convicciones morales de Suárez podría constituirse en un serio peligro.
Resultaba de orden impedir que ese magistrado pudiera alguna vez volver a tener en sus manos el expediente de la Sun Land, expresión contundente de hasta dónde ha llegado la corrupción. De llegar ese caso a juicio, el Presidente intuye que no bastarían las senadurías que les otorgó a Félix Bautista y a Rafael Calderón para asegurarles la impunidad. De seguro que el juez Suárez defendería la aplicación de la ley en torno a dicho fraude financiero.
¿De qué podría servirle a este gobierno un jurista que ejerció como directivo de la Unión Dominicana de Derechos Humanos cuando la sangre de los jóvenes corría a raudales por la ferocidad de Balaguer y sus secuaces? Suárez Duvernay sería un estorbo ahora que los politiqueros veneran al déspota Balaguer y lo consideran el padre de la democracia dominicana.
Resulta contraproducente para los fines de esta gestión gubernamental un juez que, a riesgo de su propia vida, defendió en los tribunales a las víctimas de los crímenes y los atropellos de los doce años. Más ahora cuando las posibilidades de castigo a los delincuentes balagueristas se alejan porque se ha colocado en las altas cortes a Víctor Gómez Bergés, se entrega la Liga Municipal Dominicana a Johnny Jones y se condecora al inefable Bebecito Martínez, grandes alcahuetes de Balaguer desde siempre y para siempre. ¿Qué utilidad podría tener Julio Aníbal Suárez, quien todavía actúa como habla y habla como piensa sin vacilar un instante en sus convicciones éticas?
Para los intereses del Presidente y sus turiferarios, es preferible tener mayoría en la Suprema mediante testaferros que sólo han servido para torcer las leyes. Leonel Fernández siempre ha preferido en su bufete privado y en la judicatura a los alcahuetes que se venden a precio de propina para trastocar la moral. El magistrado Suárez Duvernay sería un estorbo para el estilo de gobierno actual. Es cierto, como alega el Presidente, que este jurista fue parcial en sus decisiones y en su convicción como juez. Cierto, se parcializó, sólo que lo hizo a favor de los valores morales que no abundan en el sector de poder.
¿De qué serviría un juez cabal cuando este gobierno se ha entregado a los capitales financieros? Julio Aníbal Suárez siempre sería un obstáculo para sacar de prisión a los banqueros que, con sus respectivos fraudes, empobrecieron este país mucho más de lo que entonces estaba. Con él en la Suprema serían más difíciles los indultos como el que dispuso el presidente Fernández con la convicta banquera Vivian Lubrano. Sería muy incómodo hacerlo teniendo allí a este jurista fogueado en la defensa de la seriedad y honestidad profesional.
¿De qué podría servirle al régimen un hombre que fue gestor del movimiento sindical dominicano cuando había que jugarse la vida para enfrentar al Central Romana de los tiempos del cubano Rosell? Sería un gran estorbo para los manejos espurios de estos grupos con las voraces corporaciones extranjeras.
Leonel Fernández trata de presentar a Julio Aníbal Suárez como parcializado en sus sentencias. Y tiene razón. El magistrado se parcializó con el cumplimiento de la ley y la justicia, mientras el Presidente y su claque de funcionarios-empresarios, enriquecidos a la carrera, se empeñaban en violarla. En el país más corrupto del mundo, este juez constituye un gran peligro para los farsantes y alcahuetes gobernantes.
De ahí que considere acertada la decisión del presidente Fernández de impedir la permanencia en la Suprema Corte de Justicia del magistrado Julio Aníbal Suárez Duvernay. Su honestidad y respeto por la legislación vigente atentarían contra el régimen de despojo que nos gobierna.