¿Adoctrinamiento o seducción? La historia de un menor que habría sido abusado por un sacerdote

¿Adoctrinamiento o seducción? La historia de un menor que habría sido abusado por un sacerdote

Lo estuvo seduciendo desde que tenía 11 años de edad y en su primer contacto sexual habría sido tan brutal con él, que le provocó un sangrado por días.
Así comienza la historia de un menor que habría sido abusado por un sacerdote dominicano y director del colegio donde estudiaba. Se trata de Fray Miguel Florenzán Ulloa, a quien en diciembre pasado un tribunal de La Vega le impuso como medida de coerción, presentación periódica por seis meses, y alejamiento de su víctima.
De acuerdo con el expediente y las declaraciones testimoniales a las que tuvo acceso Hoy, el sacerdote habría manipulado a la víctima mediante “la técnica del adoctrinamiento, que no es más que la formación sesgada, la fe ciega y el lavado de cerebro”.
Buscaba un padre. Los encuentros entre el cura y el menor comenzaron en 2009, cuando este lo citaba a la Dirección, donde pasaban entre tres y cuatro horas, hasta tres veces a la semana, “conversando sobre la vida”, según testimonio de la víctima.
Tras la muerte de su padre en 2011, el joven dice que se sintió desorientado, y cambió su comportamiento. Su madre, preocupada, recurrió al sacerdote para que lo aconsejara, y éste hasta le pagó a la siquiatra del Colegio, alegando que necesitaba ayuda sicológica y madurar.
“Yo estaba así porque necesitaba una figura paterna; era lo que necesitaba, lo que sentía que me faltaba”, testimonió la víctima.
Agregó que en la entrevista con la siquiatra, ésta lo cuestionó, y le dijo que él tenía “una preferencia u orientación hacia Fray Miguel”, y así se lo hizo saber en una carta que le dirigió a su madre.
A raíz de entonces los lazos de confianza entre Florenzán Ulloa y su víctima se reforzaron.
Los encuentros en la Dirección se hicieron más frecuentes, le escribía por el celular, pasaba por él en medio de las clases y hasta lo invitó a ir al cine solos, a lo que luego desistió hasta que el joven “madurara”.
En 2014, cuando la víctima cursaba el tercero de bachillerato, el sacerdote supuestamente lo invitaba a su oficina fuera de clases y en horas de la noche.
Sentado en sus piernas. “En una ocasión concreta, Fray Miguel me dijo que me sentara en sus piernas mientras conversaba por teléfono, en ese momento yo me percato de que tiene una erección y hasta veo que se mojan sus pantalones. De eso, el padre Saturnino, quien bajó a la oficina, pudo percatarse cuando entró”, según la víctima.
Después de un incidente por haberle reprobado la materia de Filosofía, el sacerdote habría llevado al joven a su oficina del Colegio Agustiniano de La Vega, “y en una habitación lo haló por el pelo, lo besó, le quitó la ropa, y lo penetró a la fuerza”, narró la víctima.
“Me dolió mucho, sangré por días, me sentía mal; eso se repitió por mucho tiempo más en otras ocasiones”, aseguró.
El gran sacrilegio. De acuerdo con el expediente, en ocasiones el fraile de la Orden de San Agustín llevaba al adolescente al Santo Cerro y a Jarabacoa; precisamente en Jarabacoa, a la puerta del Monasterio de los Monjes Cistercienses, lo habría forzado a practicarle sexo oral. Cuenta el muchacho que en otros momentos lo traía a la Capital, y al pasar por el Malecón le pedía que lo besara. Recorridos similares hacían en Santiago.

El viaje a Argentina. En 2015 Florezán Ulloa invitó al adolescente a participar en el Encuentro Latinoamericano de Jóvenes Agustinianos, prometiéndole que si iba ganaría puntos extras para sus calificaciones. Su madre accedió a darle permiso porque además iba una comisión del colegio.
Allá en el país andino, el cura reservó una habitación alejado del grupo, donde se veía con el joven, según el testimonio de éste y de un amigo al cual contaba todo y que también atestiguó.
Las constantes ausencias de la víctima pusieron en alerta al grupo y en una ocasión, creyendo que se había perdido, la coordinadora de la Pastoral Juvenil del colegio, y testigo en el caso, Leidy Josefina Lespín, se lo comunicó a Ulloa Florezán, quien teniéndolo a su lado, le dijo que había que buscarlo.
El joven apareció horas más tarde fingiendo estar borracho, pero en sus declaraciones, Lespín Tapia dice que vio las cámaras de seguridad del hotel y pudo percatarse de que la víctima había entrado a la habitación del sacerdote.
La confesión. Braulio, quien dijo conocer a la víctima desde los 8 años de edad y que siempre han sido como “amigos íntimos”, testimonió que una vez hubo un retiro de viernes a domingo en Fula, al que asistieron entre 12 y 15 personas de la comunidad, y Fray Miguel.
Refiere que el domingo acordaron reunirse en casa de una de las integrantes del grupo, pero la víctima nunca llegó, y en la noche, cuando pasaba por el colegio, alcanzó a ver la yipeta que su amigo usaba. Narra que al otro día en el colegio le preguntó, y la víctima le contó todo lo que había pasado esa noche entre él y el sacerdote en su oficina.

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